Maestros

Si algo sale mal, la culpa es siempre de los profesores. Pero si las cosas salen bien, nadie valora su trabajo

15 de junio 2019 - 02:33

El otro día vi por la calle a un grupo de alumnos de preescolar acompañados por sus maestros. Pasaban por un tramo de acera que estaba en obras y en el que había un carril bici, además de varias bocacalles por las que pasaban coches y que los alumnos tenían que cruzar. En apenas dos minutos, los profesores -eran cuatro o cinco- tuvieron que hacer malabarismos: mirar si venían bicis y patinetes por atrás mientras los niños sorteaban las obras, vigilar el cruce de las calles, mantener la fila en orden y sobre todo conseguir que aquella pequeña aventura discurriera en medio de un ambiente de alegría y tranquilidad y buen humor. Porque lo más importante de todo es que los niños no se dieron cuenta de las maniobras que tuvieron que hacer los maestros para que todo siguiera en orden. Los niños conversaban, cantaban, reían, bromeaban y seguían su camino sin percatarse de que los profesores tenían que vigilarlos con más ojos que los que tenía aquel gigante de la mitología griega al que llamaban Argos Panoptes, Argos el de Todos los Ojos. Lo que yo vi duró sólo unos minutos, pero aquel recorrido urbano quizá duró media hora, y durante esa media hora los profesores no pudieron bajar la guardia ni un segundo. Me pregunto cómo llegarían aquel día a su casa.

Pobres profesores, siempre sometidos a toda clase de sospechas y siempre trabajando en condiciones de máxima ansiedad por si les ocurriera algo a sus alumnos. Si quieren trabajo, tienen que sacarse un certificado de antecedentes penales que demuestre que no han cometidos delitos sexuales. Si llevan a los niños de paseo, tienen que cuidarlos con una vigilancia panóptica como la del Gigante de los Muchos Ojos. Y si tienen algún problema en clase, los acusarán de negligencia o de abuso, sin que nadie repare en las miles de horas en que han tratado a sus alumnos con humor y paciencia y afecto. Si algo sale mal, la culpa es siempre suya. Pero si las cosas salen bien, nadie valora el trabajo agotador que lo he hecho posible.

Y sí, claro, a veces saltan noticias como las de los posibles abusos a una alumna autista en un colegio de Dos Hermanas. Pero ¿se acuerda alguien de la labor callada y heroica de esos profesores que van por la calle vigilando hasta el más mínimo peligro que aceche a sus alumnos? ¿Se acuerda alguien de agradecerles su afecto y su entrega? Contesten ahora si pueden.

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