Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
QUIZÁS a muchos televidentes les sorprendió la desconexión con la realidad andaluza que demostró la candidata de Vox, Macarena Olona, durante el primer debate en las corporaciones audiovisuales públicas. No fue sólo que desplegase un discurso populista de manual, con los ingredientes típicos de corte xenófobo y machista, o su alineamiento con los tres candidatos de izquierda al atacar al actual presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, fue, sobre todo, describir una comunidad que no se compadece con la que los ciudadanos que además de estar empadronados viven a diario en las ciudades y pueblos de sus ocho provincias.
Más allá de los convencidos por Vox, que hacen proselitismo de su opción sin complejo alguno y que gustan del tono faltón que empleó, la intervención de la candidata probablemente no ayudó a seducir a quien duda si darles el voto o hacerlo al PP, para que tenga una mayoría fuerte.
El problema, contra lo que dijo, no es que naciera en Alicante, o que esté empadronada burlándose de la legalidad en Salobreña, o que mantenga el escaño en el Congreso para tener la opción de dejar la política andaluza si no logra formar parte del Consejo de Gobierno (que cuanto más lo tratan de explicar más se enredan), sino que demuestra no conocer Andalucía en absoluto.
A las pocas horas del debate, Vox ha decidido que su candidata eche el freno y no protagonice ningún acto de campaña con público o al que puedan asistir los medios de comunicación –a los que rara vez convoca para victimizarse– durante tres días (ayer, hoy y mañana), hasta que el próximo viernes coincida de nuevo con el líder nacional, Santiago Abascal, en Jaén. Confluencia que repetirá el sábado en Huelva y el domingo en Marbella. Dicho de otra forma, quieren potenciar la marca del partido sobre una candidata que quizás no cale como pensaban en principio.
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