Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
YA es raro tropezar con un Franscico Núñez Roldán en la vida, pero hacerlo con dos es la caraba. Y más si ambos escriben habitualmente en el mismo periódico que tú y los conoces personalmente. El primero de estos Pacos es mi viejo y querido profesor de Historia Moderna, tenista amateur y hombre de profundas y meditabundas lecturas. Sus artículos son auténticas filigranas del espíritu. El segundo, que es del que voy a hablar hoy, es el escritor de novelas como Sota de sombras o Jaque al peón, antifranquista del PCE reconvertido en antiwoke, viajero por la geografía de la Guerra Civil y traductor de poesía inglesa, entre muchas otras cosas. Aún conserva cierta chulería madrileña, aunque vive en Andalucía desde los once años y, cuando acabe de escribir estas líneas, me iré a la presentación de su última novela Lo que la luz no sabe (Algaida).
En el nuevo libro de Núñez Roldán confluyen muchas tradiciones, desde la gran novela de detectives norteamericana y europea (Raymond Chandler, Georges Simenon, Dashiell Hammett...), hasta ese humor negro tan español de cadáveres incómodos y situaciones disparatadas. El crimen, como decía un viejo periodista, “siempre es el tema”.
Pero no todo son fiambres en la novela de Paco. También hay amor, amor de madurez, que es algo muy distinto a esas batallas carnales de la juventud. Leído lo leído, uno llega a la conclusión que a Paco Núñez no le van a dar el premio Meridiana este año. Hace el escritor una reivindicación (aunque no fanática) de aquellas viejas relaciones entre hombres y mujeres en las que no mediaban consignas prefabricada en laboratorios wokes, sino el sano pulso entre los dos sexos condenados a encontrarse como Sísifo con su piedra. Aquí no hay protocolos de magreo ni firma de capitulaciones previas al acto, sino el encuentro de dos desesperados ¿Quién no lo está a partir de los 50?
Sin embargo, lo que más me ha sorprendido de Lo que la luz no sabe es que hace literatura con una preocupación viva en todos: ¿Podremos llegar a nado a la dorada playa de una pensión digna en un mundo que no quiere puretas en el mercado laboral? ¿O moriremos antes ahogados por un despido del que ya no nos recuperaremos o por la quiebra del Estado del Bienestar? Desde luego, los políticos de todos los colores están haciendo lo posible porque lo segundo sea una realidad. Y Paco Núñez Roldán lo deja por escrito. Para que conste. Para que no se olvide.
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