Licencias

ANTENA 3 Televisión nació como una radio televisada con un aliño de series (Un hombre en casa, Los protectores, Los hombres de Harrelson) y películas que evocaban la TVE sublimada de los años 70, cuando cualquier cosa que aparecía por el cristal se convertía instantáneamente en un recuerdo idealizado. Para el público de los años 90, que todavía no sabía ni siquiera zapear, ya era una parrilla apolillada por entonces. Manuel Martín Ferrand, creador del proyecto de Antena 3 y primer director de la cadena, se quedó anticuado en ideas cuando tenía que hacer realidad su sueño de encender la primera televisión privada de España (sueño que ya pergeñó en su petición a Fraga en 1966). Consiguió el sueño tras siete años de travesía por las negativas de Alfonso Guerra mientras engrandecía su consuelo que era Antena 3 Radio, que poco antes del antenicidio superó en audiencia a la Cadena Ser. Antonio Herrero, más que El Butanito, fue el responsable de aquella proeza, a costa del desencanto sobre el felipismo y cultivar el vivero de cabreados. Herrero fue el Pablo Iglesias de la derecha. La actual estampa de Bárcenas, al cabo de los años, nos responde sobre las razones reales que tenían los rancios cachorros de Aznar para asaltar el castillo de FG.

El gobierno del mesofelipismo mostró una aceptable (y obligada) honestidad con las licencias televisivas de agosto de 1989: una cadena para los amiguísimos (Grupo Prisa, con Canal +), otra para la oposición (Grupo Godó, Antena 3) y otra para unos conocidos (Anaya y la ONCE unida a Berlusconi, Telecinco). Los italianos terminaron imponiendo su modelo de televisión de entretenimiento chusco, lo que tal vez había echado de menos el público español lustros atrás. Antena 3 tuvo el honor osado de ser la primera televisión privada en España. Su precipitación la pagaron con el naufragio. Después llegó Antonio Asensio, apartado de las primeras licencias, acompañado de Mario Conde para poner los primeros ladrillos sólidos de la cadena que tras tumbos y batallas ahora gestiona Planeta.