El balcón
Ignacio Martínez
Motos, se pica
EL último personaje que Quino creó en sus tiras de Mafalda fue Libertad, era pequeñita, contestona, más radical que su amiga protagonista y algunos vieron en ella una representación de la extrema izquierda. Quino creó el personaje argentino más famoso antes de Milei, y ambos habrían disentido de modo radical sobre el sentido de la palabra libertad, un término resignificado en estos últimos años por partidos políticos que podríamos definir con cierto margen de imprecisión como populistas de derechas, iliberales, anarcoliberales, antiglobalistas o ultras, y que han seguido a líderes tan extravagantes como Trump, Farage, Orban, Le Pen y Johnson.
En 1920, el PSOE encargó a Fernando de los Ríos un viaje a la Unión Soviética para valorar si el partido debía unirse a la Tercera Internacional que propugnaba Lenin para unir a las formaciones de izquierdas de todo el mundo. En una entrevista ya céleebre con el líder bolchevique, De los Ríos le interrogó sobre el valor de las libertades individuales, cuestión que Lenin zanjó con una pregunta despectiva que ha pasado a los anales del socialismo: “¿Libertad, para qué?”
Don Fernando volvió de Moscú con la recomendación de no adherirse a esta Internacional, lo que a la postre se tradujo en una escisión que fundaría el Partido Comunista de España y en el encarrilamiento del PSOE por la vía de lo que, posteriormente, se llamaría socialismo democrático frente a otros establecidos bajo la órbita de Moscú. Después de la experiencia de los frentes populares y de la Segunda Guerra Mundial, los socialistas europeos rara vez formaron gobiernos con los comunistas.
El PP europeo y, en especial, el español se encuentra ante una decisión similar, aunque no tenga el calado histórico de aquella división que anunció la brecha que se abriría en el mundo entre dos imperios, el ruso y el norteamericano. El PP de Alberto Núñez Feijóo no será un partido trasversal hasta que su ruptura estartégica con el partido de Abascal no sea clara. Ya le hizo perder el Gobierno en julio de 2023 y puede volver a ocurrir.
La escasa fortaleza intelectual de la actual derecha española ha permitido que los Vox y los Mileis le roben el liberalismo político y el liberalismo económico, incluso que nadie sea capaz de reivindicar su contribución al Estado del bienestar, que es la institucionalización de la justicia social –la “aberrante” para el argentino– que acordaron socialdemócratas y democristianos después de la Segunda Guerra Mundial.
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