La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Los encuentros entre dirigentes políticos en foros supuestamente distendidos están sobrevalorados. Toda reunión supone un riesgo desde el momento en que se rompen las distancias de seguridad. Las fotografías de manos estrechadas y sonrisas de diseño esconden muchas claves. Este año se han arreado en Fitur el ministro de Transportes y el presidente de Castilla la Mancha. Y eso que son del mismo partido, oiga. Dios, qué tropa. Menos mal que nos han contado que Fitur es un templo laico para los negocios donde se alcanzan acuerdos económicos importantes. ¡A Fitur llegando y con el mazo pegando al compañero de partido! ¡Libertad, amnistía y a Fitur todos los días! Ninguno de los dos dirigentes se ha caracterizado por el carácter templado, ese mismo que se ensalza en las tertulias como la neomoderación, pero sí es cierto que mientras Page parece tener un criterio propio, a contracorrientede su formación, el señor Puente tiene una notoria vocación de dóberman de la Moncloa. Lleva el camino de ser más sanchista que Sánchez, como Blas Piñar era más franquista que Franco. Page critica al PSOE y acto seguido sale Puente del burladero con la mayor diligencia y fervor en defensa del líder. ¡Dale caña, ministro, que Page es un desleal! Y todo se cuece en Fitur, con varios presidentes autonómicos del PP por allí sueltos tratando de sacar rédito del socialista crítico, mirlo blanco en un partido donde suena en bucle el Prietas las Filas, banda sonora del sanchismo imperante.
Fitur es un cocido, un potaje, un bulla. Potencia el turismo, una industria de la que comemos muchos españoles, muchísimos, pero los altos gerifaltes aprovechan la cita para reeditar una vez más la España de los garrotazos de Goya. No cuidamos ni la imagen en el foro principal de la industria de la que depende nuestra economía. España debe ir bien, muy bien, como decía Aznar a finales de los años noventa, pero nos estamos peleando en la moqueta donde se supone que nos jugamos los jurdeles, prueba irrefutable de que unos y otros no son capaces, ni siendo del mismo partido, de dejar al margen sus cuitas para preservar el interés general. Fitur es una coartada, un pretexto, una excusa, el asidero al que se agarran muchos dirigentes de segunda fila (que es la que siempre más se divierte) para quitarse de en medio de sus respectivas casas, pisos, adosados o soluciones habitacionales. El Luca Brasi del Gobierno, que es Puente, y el presidente Page, han convertido Fitur en la puerta número uno del circo de la política nacional.
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