La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
La tribuna
DESDE el 1 de enero, los profesionales de la Justicia estamos obligados a usar Lexnet, un sistema de envío y recepción telemática de comunicaciones con los tribunales de justicia que elimina el papel. Pero en realidad, en apenas un mes de funcionamiento, ha resultado un absoluto fiasco: genera inseguridad jurídica, no es neutral, es antiguo y su puesta en marcha es una catástrofe. Problemas de todo tipo salpican a la administración de Justicia. En el caos, cada juzgado interpreta y aplica las normas de uso de Lexnet según sus posibilidades telemáticas, para evitar daño mayor a los derechos del justiciable. La justicia necesita ubicarse en el siglo XXI, pero Lexnet ha nacido muerto.
El sistema no es neutral. Lo dirige el Ministerio de Justicia, pero debería hacerlo el Consejo General del Poder Judicial. El Ministerio es Gobierno y es una obligación democrática fortalecer la separación de poderes; en especial, garantizar una justicia independiente. Con todo, es sencillamente inasumible que la custodia de los datos de Lexnet, extremadamente sensibles, pueda alojarse, directa o indirectamente, en servidores de una empresa privada.
Lexnet no es neutral, pero sí inseguro. El sistema obliga a emplear determinados navegadores, principalmente Explorer, y aplicaciones como Java. Estos sistemas avanzan hacia su terminación, como han anunciado sus empresas titulares. Cualquier otro software, navegador o aplicación es un problema casi irresoluble para el sistema.
Lexnet es muy antiguo. Se basa en la sincronización de datos, cuando la tecnología está en la tercera generación de herramientas de cloud computing. La sincronización implica realizar millones de envíos y recepciones, generando inseguridad por pérdidas de datos y envíos erróneos: es simple, a más intercambio, mayor posibilidad de error. Lexnet es limitadísimo: el sistema, obsoleto, no permite envíos superiores a 10 megas. Lexnet es ineficiente: su limitadísima capacidad en esos envíos obliga a los profesionales a presentar en el Juzgado al día siguiente ¡copias en papel! Papel cero: sólo un eslogan. La Justicia necesita papel cero, pero Lexnet no es útil. Precisamos un sistema cloud computing, de nube, mucho más operativo y barato, que contenga el expediente judicial con capacidad suficiente para eliminar realmente el papel y que evite envíos, habilitado para cualquier software y gobernado por el Poder Judicial. Un sistema sencillo, intuitivo y accesible, sin fallos continuos, sin riesgos de responsabilidad profesional y, sobre todo, para las garantías del ciudadano que pretende acceder a la Justicia.
Sostener Lexnet como está daría que pensar. Podría ser limitador de la competencia en los servicios jurídicos, dejando fuera a brillantísimos profesionales del Derecho que, sin embargo, están afectados por la brecha digital por la generación a que pertenecen, pero sin cuya práctica profesional nuestro derecho no sería el que es. O castigando a los pequeños y medianos despachos profesionales, cuyos titulares reciben clientes, confeccionan demandas, estudian soluciones y hacen fotocopias, sin distinción de tareas, sosteniendo con su labor la conveniente previsibilidad del Derecho: lo que llamamos seguridad jurídica.
Lo nuevo no es bueno por el mero hecho de ser nuevo. La Justicia no funciona por virtud del Ministerio del ramo. Somos los profesionales, la Judicatura, el funcionariado, la Procura, la Abogacía, quienes cada día lidiamos con las dificultades de la administración de Justicia, compleja pero imprescindible, y por tanto quienes podemos aportar una visión precisa para sortearlas.
La abogacía no puede ser mera receptora de soluciones ofrecidas desde confortables oficinas sin toga a este laberinto mal diseñado y peor implementado que se llama Lexnet. Hay que protagonizar el remedio, también con nuestra visión, para que todos los profesionales, con independencia del tamaño de su actividad y, sobre todo, los afectados por la brecha digital, sigan aportando su independencia y experiencia en tribunales. Queremos participar en la modernización de la Justicia, pero para respetarla no podemos resumirla en un eslogan falso, papel cero, que la deje KO. Y, esto, es de rabiosa e inaplazable Justicia.
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