NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Los profesores recuperan el control de las aulas
EL edificio de Obras Públicas y Correos donde trabajaba de topógrafo Manuel Vinuesa, abuelo de la novelista María Dueñas, es hoy sede del Instituto Cervantes de Tetuán que entre 2015 y 2020 dirigió Lola López Enamorado. Dos vidas paralelas, casi de la misma generación. Lola nace en Llerena (Badajoz), en 1963. María, en Puertollano (Ciudad Real) en 1964. Una optó por la Filología Árabe (estaba traduciendo al egipcio Naguib Mafouz cuando le dieron el Nobel de Literatura). La otra por la Filología Inglesa. Tetuán es patrimonio común de estas dos mujeres que fueron cosiendo su tiempo casi a la par. En 2008 Lola López Enamorado es nombrada directora del Instituto Cervantes de Marrakech. En 2009, María Dueñas publica El tiempo entre costuras.
La novelista ha vuelto a Tetuán en unas Jornadas sobre el Ensanche Español de esa ciudad que ha coordinado la arabista extremeña, paisana de su maestro y amigo Rafael Valencia, en la Fundación Tres Culturas. María Dueñas hizo doblete. Primero, con los alumnos de este curso y después ya para el gran público en el salón de actos del pabellón de Marruecos del 92.
“Una máquina de escribir reventó mi destino”. Antes de escribir estas palabras, con las que comienza El tiempo entre costuras, su autora tuvo que ir sorteando una serie de obstáculos. Un trayecto que contó con fragmentos de su libro y fotografías del Tetuán de la época a un público en el que abundaban los que habían nacido o residido en la ciudad del antiguo Protectorado. María Dueñas llevaba “una plácida existencia dedicada a la filología inglesa y a la lingüística aplicada” hasta que decidió complicarse esa placidez de profesora de la Universidad de Murcia con residencia en Cartagena. El cantón que noveló su admirado Ramón J. Sender.
No tenía que irse muy lejos. El legado estaba en su familia: su abuelo, cordobés, destinado en Tetuán como topógrafo. Su madre, Ana Vinuesa, a la que le dedica el libro, nacida en Tetuán. “Abandonó Marruecos con 17 años y nunca volvió a ser feliz”. Sus tías... Su tía Estrella acaba de cumplir 90 años y el regalo de cumpleaños fue en julio acompañarla 23 mujeres de la familia al Tetuán de su infancia y adolescencia. En mayo, María Dueñas había viajado a Tetuán al centenario del colegio de la Milagrosa, las monjas con las que estudió su madre, “ella nunca me contó grandes batallas, era de detalles, una calle, el viento que le levantaba la falda del uniforme cuando iba al colegio”. María Dueñas fue nombrada hija predilecta de Tetuán.
Dueñas Vinuesa. “Mi padre hizo el servicio militar en Ronda. No sabía que se acabaría casando con una tetuaní; fue con unos compañeros a Tetuán y quedó fascinado con lo que veía: cámaras de fotos, se compró una cámara alemana que se la robaron, bañadores, estilográficas, relojes, maquinillas de afeitar…”.
Se tomó la novela como un trabajo de investigación. “No es una novela de sábados por la tarde”. Entraba en una selva. “No conocía los ambientes ni los circuitos literarios”. Entró en contacto con las fuentes marroquíes y con diferentes especialistas: Domingo del Pino, Salas Larrazábal, María Rosa de Madariaga, Ignacio Alcaraz, de la librería Alcaraz de Tetuán, que todavía existe. En la hemeroteca consultó la prensa de la época: La Gaceta de África, El Eco de Tetuán, el España de Tánger. Y dio con un personaje fascinante, Juan Luis Beigbeder. Primer ministro de Asuntos Exteriores del Régimen de Franco, antes fue delegado de Asuntos Indígenas. El único militar africanista que sabía árabe. Culto, aficionado a la Historia, lector del Corán. Con su esposa en Alcalá de Henares, le pone una casa a su amante, Rosalinda Fox, inglesa nacida en la India. “Son personajes para una novela histórica, pero yo no quería escribir una novela histórica. Yo quería escribir ficción”. Un salto que se lo permiten un nombre y un apellido: Sira Quiroga, una modistilla del Madrid castizo que por un amor tóxico aparece por Tetuán justo antes de la guerra.
Tres novelas y doce años después, mientras que Lola López Enamorado iba cambiando de destinos en el Instituto Cervantes (Marrakech, Casablanca, Tetuán), María Dueñas regresa a Tetuán con Sira, su quinta novela, aunque antes pasa por Jerusalén y el Londres por el que anduvieron Chaves Nogales, Cernuda y Gregorio Prieto. “Me siento Shakira”, bromea la novelista ante el amasijo de imágenes. La modista se convierte en aliada de los servicios secretos británicos para impedir la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial.
La hija de Ana Vinuesa y madre literaria de Sira Quiroga contó los avatares de su modista para encontrar un taller de costura con los mismos alquileres que conoció Paquita Moreno. En las fotos aparecen lugares señeros como la Cafetería Levante, “donde se cantaba flamenco”, o el estanco Galindo. La estación de ferrocarril, “no se usa pero está intacta”, con el monte Gorgues al fondo. El Casino Español al que iba a jugar su padre. La confitería El Buen Gusto. “La costumbre de los domingos era ir a misa y después al Buen Gusto”, interviene Luis González Tamarit, escritor, nacido en Tetuán. “Los dos somos escritores, María, y nuestros abuelos trabajaron juntos, el tuyo de topógrafo, el mío de ingeniero de minas”.
Evocó el Tetuán en el que sonaban a la par el muecín de la mezquita y el cornetín de Intendencia o una imagen ya crepuscular, el recuerdo de su madre viendo en el Hotel Nacional a Liz Taylor y Victor Mature. El actor encabezaba el reparto de la película Zarak Khan y la actriz iba acompañando a su esposo el actor Michael Wilding. El final de ese matrimonio coincidió con el del Protectorado.
Fue una lectura gráfica de El tiempo entre costuras, con imágenes de la serie televisiva. En 1947, reaparece Sira Quiroga, que coincide con las visitas de Evita Perón a Madrid, Sevilla y Granada. Se ven imágenes de la casa familiar de los Vinuesa, la familia materna de María Dueñas, en la antigua calle Sanjurjo. Sira hizo un viaje romántico desde la Luneta al Ensanche Español. En un Tetuán que fue un laboratorio de la Historia, como se ve en los sucesivos nombres de una misma calle: Alfonso XIII, República, 14 de Abril, Generalísimo y Mohamed V.
González Tamarit recordó las colas que se formaban en Sevilla para comprar el periódico España de Tánger. Volvió con María Dueñas al Tetuán de su infancia. “En mi familia todo el mundo habla árabe. Mi abuelo, militar, se quedó hasta el último día. Fue el que le entregó la cosas a la Administración marroquí”. Como Axataf a Fernando III.
Junto al pabellón de Marruecos del 92, sede de la Fundación Tres Culturas, hay un cartel de la Gran Semana Anglo-Árabe que hoy se inicia en el parque del Alamillo. Caballos de pura raza que son como una metáfora del fructífero encuentro entre dos contemporáneas de las ramas Árabe e Inglesa de la Filología. María y Lola, dos amazonas de la Imaginación, que es ficción con rigor.
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