¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
Fran Lebowitz no tiene móvil -ni siquiera ordenador-, y en sus paseos se siente la única caminante que parece prestar atención a la realidad de las calles, a la vida: los demás andan abstraídos, con la cabeza agachada, en aquello que les reservan sus teléfonos. Esa libertad de no vivir esclava de la tecnología, ese interés aún intacto por lo que ocurre a su alrededor, han favorecido que a Lebowitz no se le oxide esa extraordinaria capacidad para observar que luego vuelca en sus charlas, la verdadera profesión de una escritora que por sus célebres bloqueos apenas ha publicado libros y que se gana al público en brillantes conversaciones en las que vuelca un humor mordaz y políticamente incorrecto. Esa mujer que fuma en una ciudad donde todos llevan esterillas de yoga y se preocupan por el bienestar protagoniza ahora Supongamos que Nueva York es una ciudad (Pretend it's a city), una miniserie de Netflix en la que Martin Scorsese graba la visión de Lebowitz (y a menudo interrumpe sus ocurrencias con una risa estruendosa).
Estos días, por el estreno del proyecto en la plataforma -y tal vez sea mejor que no sigan leyendo si no quieren spoilers-, ha asomado por varios reportajes la palabra cascarrabias, aunque ese descreimiento que gastaría Lebowitz acaba siendo luminoso de algún modo, si quedan mentes tan lúcidas por ahí sueltas esto de la vida bien vale la pena. Sí, por algo le han colocado a Lebowitz la toga en proyectos como Ley y orden y El lobo de Wall Street: puede que ella juzgue con dureza, pero la inteligencia corrosiva de sus palabras resulta reconfortante. Está claro que le intriga y le apasiona la gente, porque le encantan las fiestas y eso desarma las acusaciones de misantropía. También se ha dicho que la serie es un ejercicio de nostalgia, pero Lebowitz no edulcora el recuerdo -otros estarían presumiendo de ser amiguísimos de Warhol, ella no oculta que no se soportaban- y aún se extraña cuando los jóvenes quieren saber cómo era esa Nueva York violenta y sucia de los 70 a la que llegó desde una pequeña ciudad de New Jersey, porque, sostiene, ella nunca perdió el tiempo preguntando a los veteranos cómo era esa Gran Manzana en los años 30. Lebowitz no vive en la añoranza, sino en un piso estupendo donde puede custodiar sus miles de libros.
La autora publicó a finales de los 70 en Newsweek un artículo en el que daba consejos a los jóvenes y decía: "Piensa antes de hablar. Lee antes de pensar". La cita tiene ya cuatro décadas, pero qué necesaria resulta hoy. Qué bien nos iría si nos detuviéramos a reflexionar y a documentarnos, si en nuestros paseos levantáramos la vista del móvil -de los discursos airados y tendenciosos de las redes- y observáramos con la curiosidad y el asombro de Lebowitz.
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