Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
la esquina
PERDÍ la cuenta del número de veces que el segundo Gobierno de Zapatero filtró a su periódico favorito el borrador, anteproyecto o proyecto de una nueva Ley de Libertad Religiosa que iba a asegurar la aconfesionalidad del Estado y la igualdad jurídica entre las confesiones religiosas. Fuéronse del poder los socialistas, y no hubo nada.
Durante los ocho años de Zapatero y los catorce de Felipe podía el PSOE haber hecho honor a su laicismo de boquilla impulsando esa ley de separación de la Iglesia (las iglesias) y el Estado y denunciando el Concordato con la Santa Sede de 1979 que no refleja el espíritu constitucional de aquellas fechas. Nada hicieron. Es ahora cuando pretenden que la Iglesia católica, gran propietaria, pague la contribución urbana por sus inmuebles (IBI) y van a presentar mociones en todos los ayuntamientos para que se pronuncien al respecto. Y que sea el PP, con su mayoría absoluta en el Congreso, el que lo rechace, como ya ha anunciado Rajoy.
Para que nadie se llame a engaño: estoy a favor de que la Iglesia católica abone el IBI por sus inmuebles que no son templos y de que las exenciones que pueda, y deba, haber sean las mismas para todas las organizaciones sin ánimo de lucro, religiosas o no. Ahora bien, me molesta este laicismo sobrevenido, como de temporada, que lucen los socialistas cuando ya no está en sus manos llevarlo a la práctica. ¡Esos ímpetus, en el poder!, que es la forma cursi de recordar el reproche del padre de Manolo Caracol a la locomotora que se deslizaba triunfante, con efluvios de vapor, sólo al terminar el trayecto, ya en Sevilla, después de renquear en el tramo más complicado ("¡Esos cojones, en Despeñaperros!").
Lo mismo le habrán dicho a Rubalcaba Cayo Lara o Gaspar Llamazares, porque dos veces presentó IU durante este siglo iniciativas parlamentarias exactamente encaminadas a ese objetivo, que la Iglesia sufra el IBI como todo hijo de vecino dueño de inmueble, y las dos se la rechazó el PSOE mayoritario y gobernante. Claro que si pasamos del clero a la milicia la historia se repite: Zapatero fue capaz de compatibilizar la retirada de las tropas en Iraq, sus proclamas en favor de la paz en el mundo y la alianza de las civilizaciones con el auge de la industria armamentística nacional. Durante sus dos mandatos las exportaciones de armas españolas aumentaron considerablemente. Qué digo aumentaron: se multiplicaron por seis. Y se trata de un sector en cuyo desarrollo y comercialización intervienen muchísimo los gobiernos.
Hasta que el PSOE no vuelva al poder y haga de verdad lo que ahora propone vía ayuntamientos, seguiremos pensando que su laicismo es una pose comecuras, testimonial y oportunista.
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