La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Los independentistas catalanes tienen un problema de fondo: actúan como si el Estado de Derecho estuviera representado única y exclusivamente por el Gobierno de España, convertido en ventanilla de sus insaciables reivindicaciones. Exigen la luna de un amnistía acorazada (más que blindada) y se comportan como si Sánchez se la pudiera entregar envuelta en celofán celestial. Al separatismo vasco le pasó algo similar año atrás cuando negociaba “procesos de paz” y forzaba al Gobierno de España de turno en la posición de ceder en todo, absolutamente todo. El Gobierno puede influir en los fiscales hasta cierto punto (“¿De quién depende la Fiscalía?”, dejó expuesto el mismo Pedro Sánchez en 2020) pero el campo no es entero de orégano cuando se trata de la Justicia. Los señores de Junts recuerdan estos días a los numerosos familiares del paciente que acorralan al médico de Urgencias en el pasillo y le exigen que les asegure una habitación doble para el paciente con cama para el acompañante, un diagnóstico acertado que no haya que cambiarlo en seis meses por lo menos, una atención premium a la hora de regular las visitas de los familiares, una ambulancia en caso de traslados a otro centro hospitalario y, por supuesto, el pago en cómodos plazos de las cantidades estipuladas. ¡Y que no ocurra ninguna contingencia, oiga! ¿Cómo se puede garantizar la lluvia? ¿Cómo se puede blindar la buena convivencia de un matrimonio recién casado para que no tenga problemas en los primeros 25 años años? Pueden ser ejemplos de andar por casa, analogías en exceso sencillas, pero es la pura realidad.
Puigdemont quiere bajarse de la escalerilla del avión en Barcelona y ser recibido como un héroe, dirigirse a la Plaza de Cataluña y ser aclamado, darse un paseo por el Puerto esa misma noche o visitar Montserrat. Y que no le ocurra absolutamente nada ni ese día ni en los meses siguientes. Eso es literalmente imposible, porque cierto independentismo catalán no se entera ni se quiere enterar de que Pedro Sánchez no tiene capacidad de conceder esa coraza. Ni Pedro Sánchez ni ningún jefe del Ejecutivo anterior. Pero para los juristas de Junts es mucho más cómodo dirigirse a la ventanilla única del Gobierno como si no hubiera otros mostradores. A los interlocutores de la banda terrorista les ocurría lo mismo hace unos años. Es mejor hacerse el ignorante respecto a la separación de poderes, ejercer el rol de sueco y pedir, demandar y reivindicar ante una sola instancia como si fuera realmente la única. Sánchez no les puede dar la luna, aunque se la pidan. Quizás Puigdemont tiene que perder el miedo a unos días de cárcel. El riesgo cero no existe en nada.
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