La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Fue salir la lista del Gobierno y todos a realizar una valoración de los titulares de las 22 carteras, carteras de Loewe. Unos en clave local, otros en clave territorial, otros en clave del peso de los partidos aliados, sobre todo por la ausencia podemita... Quizás lo mejor fue el berrinche de Podemos y sus partidarios. Y seguidamente la reacción de nuestro presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, que dio en la gran clave para hacer política hoy: la sumisión. “Ya sabemos que Sánchez se rodea de personas que sean completamente sumisas a él, y es lo que ha hecho con este Gobierno”. ¡Eureka! Un político con altas responsabilidades apuntando a una de las grandes lacras de la política actual. ¿Y quién es el guapo, nunca mejor dicho, con potestad para efectuar nombramientos que se basa en el nivel de competencia, en perfiles eminentemente técnicos y en la integridad y en la honradez personales? Claro que se buscan sumisos, la mayoría lo hace, pero no lo dice. ¿Por qué le llaman lealtad cuando quieren decir sumisión? Prietas las filas a la hora de nombrar ministros, consejeros, integrantes de las listas electorales, etcétera. ¿Cómo se hace carrera política si no es generando una imagen de sumisión? Hay que parece dócil como un corcel bien atado cuando el jefe toma las riendas del carro. Hay que colocarse detrás del número uno cuando hace declaraciones para aparecer en el tiro de cámara ofreciendo una imagen de... sumisión. ¿No les parecen ridículos esos cargos del partido, muchos ya talluditos, que aparecen asintiendo mientras el líder habla ante un mar de alcachofas?
El endiosamiento (efímero) que genera el poder político conduce a dos males: la banalización y la búsqueda de la sumisión. Hay quienes se refieren a todas esas lacras como la zona de confort, el síndrome de la Moncloa, la pérdida de la calle, etcétera. Pasa en todas las familias. ¿Por qué cayó Sabino Fernández Campo como jefe de la Casa Real? Por ser leal y cantar las verdades. ¡Con lo fácil que hubiera sido callarse y continuar en el puesto! La lealtad sin sumisión no es un lujo al alcance de cualquiera. Hay personajillos encantados de ser sumisos, ejercer de mayordomos vocacionales y siempre prestos a ser serviles. Así se llega a ministro hoy, Juanma. De vez en cuando ocurre que algún político quiere un barniz de autenticidad y ficha a un independiente y leal de verdad. Pero eso ocurre poco. Es solo eso: un barniz. Porque los políticos saben la verdad de cómo se llega al lugar donde han llegado, cómo funcionan los partidos. Son conscientes. Todos a asentir.
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