La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
tribuna
LA idea de la Comunidad de Madrid de crear un centro para los más dotados no ha tenido mala acogida, y según encuestas rápidas parece que suscita aprobación. Aquí expresaríamos una primera duda. ¿Se contesta que sí a esta medida concreta o a que, por fin, se comience a atender de manera adecuada a este tipo de alumnos? Si se ofreciera que la atención fuese dentro de todos los institutos y para todos, o, alternativamente, sólo para algunos y en un centro especial, ¿qué se respondería?
¿Es algo bueno? Pues en principio se deberían aclarar muchos interrogantes para que el juicio que nos pudiéramos hacer estuviera medianamente fundado. Empecemos, por ejemplo, con la naturaleza jurídica de ese instituto. ¿Será un centro público o privado-concertado? Si se contesta que sí, aparece el primer gran obstáculo: las normas de admisión. El artículo 84 de la LOE (que tiene carácter básico para todas las CCAA) no establece como criterio de admisión la sobredotación intelectual. Es más, el apartado 3 de ese artículo lo prohíbe expresamente: "En ningún caso habrá discriminación por razón de... circunstancia personal o social".
Salvado el obstáculo de los criterios de admisión (que requeriría la modificación de una ley orgánica), vendrían los problemas que surgen siempre que se abre un melón nuevo. Si eso lo hace Madrid, ¿no lo podrá hacer cualquier otra comunidad autónoma? ¿Y por qué solamente una comunidad autónoma? ¿No podría hacer lo mismo, por ejemplo, la ciudad de Córdoba, y ofrecer este tipo de atención y servicio? (¡Qué idea acabo de dar a los que confeccionan el programa político para las próximas elecciones municipales!). O, por ejemplo, los centros privados. Si una institución tiene varios centros (y algunas tienen más de cien), ¿no podría especializar a alguno de ellos para que atendiera en exclusiva a chicos y chicas con sobredotación?
Avancemos un poco más. Ya existen estos centros. ¿Qué criterio se emplea para seleccionar a los alumnos? Respuesta rápida: los que alcancen una determinada calificación. Ahora bien, se sabe que alumnos con las mismas notas varían notablemente entre sí en lo que se refiere a la posesión de los contenidos que tales calificaciones certifican. El informe sobre los resultados de las últimas pruebas de diagnóstico en Andalucía establece este extremo de forma irrefutable. Hay alumnos que, según sus profesores, son sobresalientes y apenas superan la prueba; otros realizan un examen excelente y, para sus profesores, casi ni llegan al aprobado. En Matemáticas uno de cada cuatro alumnos de ESO que suspende la prueba obtiene la calificación de aprobado o más; por el contrario, el 10% de los que obtienen los niveles de rendimiento más elevados son suspendidos por sus profesores. En Selectividad se ha comprobado la gran variabilidad en los resultados de los exámenes que obtienen precisamente los que poseen idéntica calificación en sus expedientes académicos.
Entonces, si no es del todo fiable la calificación oficial, ¿a qué criterio se recurre? ¿Se pasa un test psicotécnico? Si se responde que sí, ¿qué ocurrirá cuando una familia cuyo hijo tenga de nota media un nueve vea que se queda fuera y entra otro que tiene un ocho? ¿Por qué se va a fiar más del test, del aplicador y de las condiciones en que el vástago ha respondido a las preguntas que del criterio de sus profesores?
Una alternativa es fijar la nota como criterio necesario, y las pruebas específicas como suficiente. Así, podrían optar al examen de ingreso los que posean de nota media un ocho. ¡Ah! Pero si se aplica como criterio la prueba específica porque las calificaciones no son fiables, ¿sí lo han de ser para dejar fuera de tal posibilidad a los que tengan menos de ocho?
Hay que ir acabando, y eso que aún no hemos entrado en lo sustancial. Las preguntas brotan numerosas sea cual sea el ámbito del que nos ocupemos. Para poner al final un tono más festivo, permítanme que me haga algunas referidas a los profesores y al currículum. ¿Deberán ser los docentes también superdotados? ¿Serán los más huesos, los que más exijan, los que más suspendan? ¿Serán los mejores? Y si se responde a esto último con un sí, ¿no serán éstos más rentables con alumnos de menor capacidad de aprendizaje que con los que aprenden solos o casi? ¿Y el currículum? ¿En qué va a consistir? ¿Le darán varias vueltas al temario? ¿Anticiparán contenidos universitarios? ¿Pondrán asignaturas nuevas? ¿Estudiarán con mayor profundidad los dos idiomas que se contemplan o añadirán dos nuevos (por ejemplo, el chino y el árabe)?
¿Y qué nombre le van a poner? ¿Instituto de Altas Capacidades? A la vista de la tendencia irrefrenable a que los jóvenes con mejor expediente se decanten por hacer una determinada carrera, y para que no digan que sólo pregunto, propongo que el nuevo centro se llame "Instituto preparatorio de la Facultad de Medicina".
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