Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
DESDE que el PP gobierna Andalucía –algo más de cuatro años–, el Consejo de Gobierno de la Junta ha replicado algunas de las fórmulas de éxito que permitieron al PSOE-A tener una larga hegemonía política –y electoral–, singularmente las aplicadas en las legislaturas que el Ejecutivo autonómico estuvo presidido por Manuel Chaves.
Algunos de esos mimetismos han sido muy inteligentes y han obtenido muy rápido los mismos frutos que en la etapa socialista. El más claro fue situar al presidente Juanma Moreno en un plano muy institucional y moderado, dejando el barro de la política para otras figuras del reparto sin que ello supusiese que ejerciesen papeles secundarios. Ahí está la importancia que jugaron Elías Bendodo o Juan Bravo en la legislatura anterior.
Con la mayoría absoluta, esos perfiles han salido del Consejo de Gobierno y el peso político es menor. Es innegable.
Pero ni siquiera que ahora la Junta tenga un portavoz más bisoño justifica que el Ejecutivo de Juanma Moreno se quitara el traje institucional que requiere hablar en nombre del Gobierno de todos los andaluces.
Ramón Fernández-Pacheco, el actual consejero portavoz, no tuvo empacho de hacer pública una declaración institucional que pecó de exceso de partidismo, lo que provocó de inmediato la protesta de la oposición socialista, quien tiene mucho que callar sobre el uso del 28-F para colar el mensaje político de su partido. Pero eso no excusa al Gobierno de Andalucía. Al contrario. Se supone que llegaron para gobernar de otra manera.
Salvo algunas prioridades económicas –la más importante poner al sector privado, a las empresas, en el centro de la creación de la riqueza–, lo cierto es que el ejercicio del poder del PP-A ha sido muy lampedusiano.
El summun de ese gatopardismo es que la declaración institucional del pasado martes afirmase que Andalucía es hoy “una comunidad imparable y unida”. Al puro estilo de Gaspar Zarrías, que hizo del lema Andalucía, imparable, símbolo de la Junta de Chaves.
¿Imparable? Entonces y ahora fue y es un desafuero. No hace falta mimetizar tanto. Andalucía sigue teniendo grandes carencias. Ni siquiera que la comunidad esté de moda –que lo está– justifica embriagarse de autocomplacencia.
Andalucía aún tiene una tasa de paro del 19% en términos EPA; una renta disponible más baja que la media española y vuelve a crecer menos que el conjunto de España. Y aunque en un mundo en transformación hay grandes oportunidades en el horizonte inmediato –con la transición energética y la digitalización en primer plano gracias a los recursos naturales y las redes con las que cuenta–, no hay margen para la euforia, por mucho poder político que den 58 de 109 diputados. Queda aún mucho por hacer.
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