¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Este fin de semana han vuelto las botellonas con el añadido de una nueva violencia sumada a la que les es propia. Si ocupar abusivamente el espacio público dejándolo cubierto por una marea de orines y una capa de basura, y amargando la vida a los vecinos con ruidos insoportables, es una forma de violentar la convivencia, la nueva violencia -destacable no sólo pero sí sobre todo en Cataluña, el País Vasco y Madrid- ataca a la Policía, saquea, levanta barricadas y quema coches, motos, contenedores y árboles. Hace una semana un botellón que congregó a 40.000 jóvenes en Barcelona terminó con 20 detenciones y 43 heridos. Este fin de semana se han producido botellonas resueltos en actos de violencia en Sarrià (Barcelona), con el resultado de ocho detenciones (tres de ellos menores de edad), y Madrid.
Las botellonas normales -es decir, sólo con la guarra y ruidosa violencia antihigiénica e incívica que les son consustanciales y sin el añadido de la violencia que las convierte en una variante etílica de la kale borroka- se han sucedido también este fin de semana por toda España. En Sevilla, en muchos puntos en su versión nocturna y en la Cartuja en plena tarde con ocasión de un concierto de música tecno.
Los violentos siempre son una minoría y no hay que estigmatizar a los jóvenes, se repite. Una evidente idiotez, porque si la violencia extrema que quema contenedores, árboles, coches policiales y otros vehículos, hace barricadas, asalta y saquea fuera mayoritaria viviríamos en un permanente estado de excepción. Y una evidente imbecilidad exculpatoria porque en sí misma la botellona es una agresión que violenta la convivencia.
Por no mencionar las gilipolleces con sello académico sociológico, antropológico o psicológico. Dos ejemplos leídos este fin de semana: "Las identidades se crean por oposición. Cuando asoma la Policía en un botellón, para los jóvenes es un espejo invertido. Y una minoría, porque siempre es una minoría y no hay que estigmatizar a los jóvenes, vuelca su rabia hacia ellos como responsables de la ley y el orden. El Estado les ha encargado aplicar las restricciones ante el coronavirus, pero también, por ejemplo, practicar desahucios". Y este otro: "Liarse contra la Policía a veces es parte de la diversión. Aunque no lo parezca a primera vista, el botellón es también una forma de contestación". Stultorum infinitus est numerus, decían los clásicos.
También te puede interesar