¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Luces y sombras
T T RADICIONALMENTE agosto es el mes de los meritorios en casi todas las profesiones. En la política, los líderes de partidos y gobiernos parten hacia la desconexión y dan la oportunidad a sus ilustres secundarios para que disputen estos bolos veraniegos en los que el público es menos exigentes con los titulares. Pero en esta materia suele haber poco tiempo para preparar la pretemporada y curtir al banquillo. Rara vez el curso arranca en septiembre. Depende de las crisis y éstas suelen aparecer por goleada para retorcer los descansos de las estrellas.
Aún así, ha dado tiempo a conocer que Jesús Aguirre, el consejero de Salud, contaba en su equipo con una viceconsejera. Se llama Catalina García y al menos le han dejado anunciar la campaña de vacunación para los turistas en sus lugares de destino en la comunidad. El diputado socialista Javier Carnero asomó desde su Benalmádena de residencia para atacar al Ejecutivo autónomo por el "desastre de la quinta ola" del coronavirus. Luego los contagios se desplomaron. Carnero fue susanista hasta el final. Ahora expía las culpas. Pero Juan Espadas promete que no ajustará cuentas. En el PP andaluz también emergió el parlamentario Erik Domínguez. Valido para defender los datos de la EPA cuando le son favorables a la región. Así supimos que su misión en la vida política no es solo conseguir que los niños andaluces estudien el legado de los judíos antes de que los expulsaran de España. Y su tesis de que el que critica al Gobierno israelí suele esconder a un antisemita. En Vox mantienen su apuesta por la diputada nacional Patricia Rueda. Sólo este partido defiende la propiedad privada, proclamó, después de prometer una oficina antiokupación. Pero a Rueda se la ve aún muy verde. Le vendría bien una cesión para coger más minutos.
Las redes sociales, sin embargo, desvirtúan el verano. El presidente Juanma Moreno publica un tuit al día. Y si es menester difunde una foto detrás del ordenador para coordinar un comité de expertos. O se acerca a una bodega en Ronda y le computa para su Guinnees de visitas oficiales a su provincia. Siempre al pie del cañón. Estos días sólo ha tenido que lidiar con la crisis de los bomberos toreros. Nada que ver con los incendios, las devoluciones de los menores en Ceuta o el desastre de Afganistán. Pablo Casado, desde su lugar de descanso activo, dictó otro pregunta clásica de cada verano: "Dónde está Sánchez". De nada le ha servido al presidente del Gobierno escaparse a las Islas con las pantallas planas de la Moncloa y disimular calzándose unas alpargatas.
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