Gafas de cerca
Tacho Rufino
Nuestro maravilloso Elon
Tribuna de opinión
Hace unos días recogía Juan Parejo en estas páginas la reclamación que formulaba la Asociación de Vecinos de San Jerónimo para que su barrio sea incluido entre las rutas turísticas y culturales de la ciudad. Hace tiempo que tengo constancia del interés de estos vecinos por su barrio, por su patrimonio histórico y, muy especialmente, por el monasterio de San Jerónimo de Buenavista. Interés patrimonial y tenacidad admirables que bien pudieran servir de ejemplo para otros barrios sevillanos.
Sumándome a la iniciativa quisiera aportar algunas sugerencias al respecto. La primera se refiere al propio monasterio, cuyo conocimiento creo algo incompleto. Del monumento original apenas se visita poco más que el impresionante claustro renacentista, iniciado por Diego de Riaño y finalizado por Miguel de Zumárraga. Pero apenas se pueden apreciar los vestigios de la importante aportación de Hernán Ruiz II, especialmente en la iglesia, que conserva su costado sur con tres monumentales pilastras acanaladas, similares a las de la iglesia de la Anunciación; y sobre todo la nave norte del claustro, única que se conserva íntegra del monasterio original, con su magnífica bóveda de media naranja de la escalera al coro, y la singular, muy plana y elíptica, de su desembarco en planta alta. Sin olvidar la torre, hermana menor de la Giralda.
La causa del desconocimiento de esta zona se debe a razones de seguridad, que obligaron a que, tras las obras de rehabilitación y acondicionamiento para centro cívico, se habilitara provisionalmente su acceso por el extremo sur de la parcela (calle Río Piedras) y se desplazara su entrada histórica por el extremo norte. Una vez finalicen las obras de consolidación actuales, no habrá obstáculos para recuperar el acceso histórico.
Originalmente se accedía por un compás cuyo muro oriental se conserva, exento, en la calle Marruecos. Tras él se accede al cuerpo de una planta de la Biblioteca Municipal, edificio que no es sino una parte de la antigua Imprenta de Indias. A continuación, un grueso y alto muro nos oculta buena parte de la fachada norte monacal. Este muro no tiene ningún valor. Es un simple cerramiento de obras levantado durante la primera fase de rehabilitación en 1988 para evitar el continuo expolio que se seguía produciendo. La primera intervención que se propone consiste en sustituir este cerramiento opaco por una verja transparente que permita visualizar no solo la fachada citada, sino también los amplios espacios libres que rodean el edificio, muchos de ellos ajardinados y con importante arbolado.
De la misma fecha que el cerramiento son las ruinosas naves que se encuentran enfrente, levantadas para escuelas taller de apoyo a la rehabilitación. Su demolición permitiría dar al cerramiento del Cementerio Inglés un tratamiento similar al descrito. Estas dos operaciones de sustitución debieran completarse con la demolición del último de los cerramientos de este espacio, el occidental, para darle salida hacia el paseo fluvial. Hay que recordar que el cerramiento monacal, el espacio libre y las naves son propiedad municipal.
Convertir este espacio en una vía de tráfico rodado, como continuación de la calle Cataluña, hasta desembocar en el paseo fluvial es una vieja propuesta de sucesivos Planes Generales, finalmente desechada tras la oposición de la Comisión del Patrimonio a la demolición de la citada fachada del compás. Pero el mantenimiento de este elemento histórico no impide acondicionar este espacio como calle peatonal y, tras la demolición del cerramiento occidental, desembocar en el paseo fluvial, dando así satisfacción a la histórica aspiración vecinal de abrir el barrio hacia el río. Esta apertura se debería completar con la instalación de un pequeño embarcadero que permita promover un circuito turístico-cultural a lo largo del río hasta arribar al monasterio. Esta evidente, y fácilmente realizable, mejora de la calidad urbana del barrio podría complementarse mediante su conexión con el, visualmente, cercano Parque del Alamillo. Y qué mejor conexión que con una pasarela peatonal y, más aún, si esta fuese el histórico Puente de Hierro.
Sirvan estas ideas para la mejora del entorno urbano del monasterio. Pero también este debe ser considerado. Hay que tener en cuenta que su parcela tiene una superficie de casi dos hectáreas (19.358 metros cuadrados), mientras que el edificio solamente ocupa algo más de 3.000 metros cuadrados, lo que supone unos amplios espacios libres a este, oeste y norte. Este último es el más importante, no solo porque será el más visible al eliminarse el cerramiento actual, sino porque se trata del espacio arqueológicamente más valioso por ser el correspondiente a la antigua iglesia gótica, reformada por Hernán Ruiz II. Aunque arruinada y demolida en el XIX, la campaña arqueológica llevada a cabo por Florentino Pozo ha permitido identificar la planta y recuperar el arranque de los muros perimetrales.
La propuesta que se representa en el gráfico adjunto plantea reconocer el espacio primitivo de la iglesia, de la que aún se conserva el muro de la Epístola y dos capillas, pavimentándolo y recreciendo los muros restantes para su uso como bancos y arriates. Las desaparecidas pilastras centrales serían evocadas por cinco palmeras, situadas en sus anteriores emplazamientos. El resto de este frente norte, visible desde la nueva calle peatonal, lo conformarían el edificio de la Biblioteca Municipal al este y la arboleda de frutales existente al oeste. Para el resto de la parcela, en la parte más cercana a la calle Marruecos, donde antaño se encontraba el Claustro de Levante o de los Legos, se plantea un jardín con una disposición similar a aquél.
La parte opuesta, cercana al río, es la más desconocida arqueológicamente, por lo que sería deseable una excavación en extensión para conocer la disposición de las estancias de los alojamientos regios, la hospedería, el refectorio de pobres y transeúntes, etc., y, según los resultados, habilitar algunos espacios para juego de niños, pistas deportivas... Ideas y propuestas que formulo con el deseo de animar y complementar las planteadas por los vecinos de San Jerónimo.
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