Idealismo práctico social

La extrema derecha es el verdadero socio de Sánchez, su aliado cóncavo, su desfibrilador

29 de mayo 2024 - 01:00

Se apellidaba Hernández Perpiñá. Era bajito y muy didáctico en sus clases. Lo tuvimos en primero de Sociología, el mismo curso en el que otro de nuestros profesores, Joaquín Ruiz-Giménez, el que fuera ministro de Educación con Franco y embajador ante el Vaticano, nos contaba pormenores de las conversaciones entre los partidos políticos, todavía clandestinos e ilegales, en plena agonía del dictador. Primeros compases del curso 75-76, el mismo en el que nos hicimos devotos de Led Zeppelin y de Wim Wenders.

He recordado una de las lecciones del profesor Perpiñá. Repito el enunciado del principio de idealismo práctico social como el teorema de Pitágoras o la alineación del Madrid que ganó la sexta Copa de Europa. Dice así: cuando las circunstancias son consideradas como reales, son reales en sus consecuencias. Creo que el autor intelectual de ese principio era un tal Merton, que se mezcla en mi memoria con Durkheim y Max Weber, también con Sombart, Pareto y Schumpeter de las clases de Estadística. Una de mis compañeras, por cierto, era Paloma Ocón de Oro, hija del mítico autor de los Jeroglíficos.

Idealismo práctico social. Pedro Sánchez es la encarnación prístina de ese principio de la Sociología y el Pensamiento. No hay agente más eficaz en la creación de fantasmas. Para que existan los fantasmas son necesarias dos cosas: no creer en ellos y no dejar de mencionarlos. El fantasma de la extrema derecha está omnipresente en la campaña electoral. De hecho, es el emblema prioritario de estos nuevos cazafantasmas. Olvidan un principio elemental de la geometría: la coexistencia de los contrarios. No hay extrema derecha sin extrema izquierda, pero ésta o no existe o no funciona como reclamo electoral, aunque esté en el Consejo de Ministros. Y si encima te encuentras con espantajos internacionales como Milei o Netanyahu, la operación cobra tintes de visión global y magallánica en busca del clavo de la convivencia y la canela de la normalidad democrática.

Agitan el fantasma de la extrema derecha ante los comicios europeos. Hay bloques muy conservadores que gobiernan en Italia, que pueden ganar en países nórdicos. Se irá Mbappé de Francia y llegará Le Pen. La extrema izquierda no gana elecciones: llega y se eterniza, como pasa en Cuba, en Corea del Norte, en Venezuela, en China o en la Rusia de Putin. Recibimos al soldado Zelenski con todos los honores (aunque los socios del Gobierno le hacen el mismo feo que al Rey en Cataluña), olvidando que la propaganda de Putin se encarga continuamente de agitar el fantasma del fascismo sobre la mártir Ucrania, que al menos ha ganado el Pichichi de la Liga.

El Gobierno ve la paja de la extrema derecha y no ve la viga de la derecha extrema del nacionalismo excluyente, insolidario, egoísta y cateto, volviendo al teorema de Pitágoras y la hipotenusa. Persigue fantasmas y condona deudas morales a los espectros. Pedro Sánchez es el Cid Campeador del Idealismo Práctico Social. Tanto nombrar a la extrema derecha que la termina corporeizando. Es su verdadero socio, su aliado cóncavo, su desfibrilador en la cuenta atrás de este teatro de mezquindad y polichinela.

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