Guerra cultural

La ex portavoz es todo un personaje y cuenta con fans entre cierta élite, más o menos, intelectual

22 de agosto 2020 - 02:31

La ex portavoz popular Cayetana Álvarez de Toledo ha declarado: "Casado cree que mi concepción de libertad es incompatible con su autoridad". Dos horas empleó su jefe en explicárselo. Se puede estar de acuerdo con algunas de las críticas de la señora Álvarez a la falta de libertad de expresión en los partidos y compartir que eso es malo para los partidos y para la democracia. Pero, si eres portavoz hablas en nombre del partido y según la estrategia fijada por tu grupo parlamentario y no para expresar tus propias ideas. Hacer esto último es, más que deslealtad, incompetencia para el cargo. Creo que corregir esa disfunción explica el cese de Álvarez mejor que ese giro estratégico al centro del que tanto se habla. Los populares están tan enredados con Vox que no les queda margen de maniobra para mirar hacia el otro lado. El PP sin Álvarez será el mismo que con ella: fue Casado quien la nombró -conociendo a quien nombraba- sabiendo que en 2015 se había marchado, dando un portazo, con duras críticas al partido y a su antecesor.

La ex portavoz es todo un personaje y cuenta con verdaderos fans entre cierta élite, más o menos, intelectual. Algunos de sus rendidos admiradores la relacionan con un republicanismo con ecos de Pinker, Judt, Rawls… A mí, en cambio, me resulta imposible encontrar en sus discursos parlamentarios la más mínima relación con esos autores por los que siento gran admiración. Tony Judt fue, ciertamente, un gran crítico de las dictaduras comunistas del Este y un estudioso de sus disidencias. Denunció a la izquierda de la Europa libre por sentirse más próxima a los dictadores que a sus heroicos opositores. Pero fue, sobre todo, un gran defensor de los mejores valores de la socialdemocracia: siempre estuvo en el lugar opuesto al neoliberalismo thatcheriano que defiende la señora Álvarez. Es también difícil encontrar en la lectura de Pinker, especialmente en su defensa de la Ilustración, relación alguna con el histrionismo parlamentario de aquella. Tampoco veo similitudes con la idea de Justicia de Rawls. Más bien, su sectarismo conservador la emparenta con personajes como Roger Stone, Roy Cohn o Roger Ailes, verdaderos moldeadores del actual Partido Republicano y del propio Trump. Ellos entendieron mejor que nadie la utilidad política de la guerra cultural -esa que defiende Álvarez de Toledo- que ha conseguido dividir a la sociedad americana hasta situarla al borde del conflicto civil.

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