Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
LEJOS de calmarlos, la ley de amnistía ha elevado a los independentistas a un estado superior de excitación, los gremlins hiperventilan, se han caído al agua y están emborrachándose en la barra libre que les regaló Pedro Sánchez con la esperanza de que volvieran a sus cubiles y regresasen transformados en hombres y mujeres de Estado. El apaciguamiento, que es el objetivo de la medida de gracia, no está dando resultados.
Después de escuchar a Miriam Nogueras este martes en el Congreso y a Puigdemont ayer en el Parlamento de Estrasburgo, uno saca la conclusión de que, en efecto, serán ellos quienes nos concedan la amnistía y quienes intenten llevar a los tribunales a los jueces que los han juzgado. Y acusa Nogueras, ésa señora que no ha visto a un pobre ni a un español en su vida, a los jueces Marchena, Llarena, Espejel y Lesmes.
Los indepes han olfateado las flaquezas, y el mismo día que la ley era admitida en el Congreso, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, dejaba escrito en el Financial Times que su objetivo sigue siendo el referéndum. Hay una competición entre Junts y ERC por ver cuál de ambos humilla más a la bestia, arrodillada en Ginebra ante un mediador internacional que es el único que conoce si habrá un trato fiscal singular para Cataluña y un referéndum de independencia. De las tres comisiones de investigación aceptadas por el PSOE, una es pura conspiranoia sobre los atentados de las Ramblas, como la de los Peones Negros sobre el 11-M, y las otras dos intentan retorcer decisiones judiciales desde el Parlamento.
A a esta hora ya no se puede afirmar con rotundidad que el PSOE nunca les concederá los dos únicos huevos duros que les restan para conseguir las mismas peticiones que reclamaban meses antes de octubre de 2017.
La intervención de Patxi López en el Congreso, donde debía defender la proposición de amnistía que su grupo ha presentado, fue pobre y cobarde, de mitin de primero de Juventudes Socialistas, sin un solo argumento de altura para respaldar la medida, sólo hubo reproches y más reproches al PP. Es probable que la única razón que puedan esgrimir, a la vista de la furibunda reacción independentista, es que el único modo de impedir un Gobierno del PP con Vox sea un Ejecutivo de Sánchez, un argumento insuficiente para muchos e inválido para los millones de personas que votaron a esos dos partidos, uno de los cuales fue el primero en el escrutinio.
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