La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
carta de alfredo sánchez monteseirín, alcalde de sevilla
YA es pública mi decisión, que vengo madurando desde hace mucho tiempo, de cerrar con este tercer mandato un ciclo institucional que comenzó hace más de treinta años. En 1979, con motivo de las primeras elecciones municipales democráticas, inicié mi labor en la política local en un pequeño y hermoso municipio, Burguillos, donde, como en muchos otros, todo estaba por hacer en el Ayuntamiento heredado de la oprobiosa.
La Diputación -de médico en 1981 a presidente a partir de 1995-, mi Rinconada natal, el Aljarafe emergente, la FAMP, la FEMP..., un recorrido que me preparó para que fuera posible que un muchacho de barrio, criado junto a la Facultad de Medicina, llegara en 1999 a la Alcaldía de la ciudad que "es bella porque siempre es nueva".
A lo largo de estos más de diez años, hemos vivido intensamente muchos momentos de éxito de una generación ciudadana que, sin arrugarse ante nada ni ante nadie, ha sabido hacer realidad muchos de los sueños de las anteriores. Y construir otros nuevos, superando las dificultades de todo tipo que (siempre los mismos) hemos ido encontrándonos por el camino. Hemos sido coherentes con un modelo de ciudad y hemos demostrado, con aciertos y errores, que Sevilla es capaz de combinar tradición y modernidad sin tener que renunciar a una cosa por la otra.
A pesar de las incomprensiones iniciales ante cada apuesta, del lógico y sincero escepticismo tras tantos años de proyectos eternamente pendientes de abordar, o de los intereses particularísimos, generalmente legítimos, aunque muchas veces contrarios al bien común..., a pesar de todo y desde el primer minuto, no nos hemos arredrado ante los problemas o las complicaciones sino que, incluso en momentos que nos parecen ya tan lejanos y especialmente delicados, hemos podido crecernos ante las dificultades.
Y hoy, aun cuando la crisis económica y financiera mundial está azotándonos como a todos de la forma más lacerante, con el desempleo, tenemos unos buenos cimientos. Y estoy convencido de que, una vez más, con un nuevo impulso y en la misma dirección de cohesión social, de progreso económico sostenible que hemos venido siguiendo, Sevilla volverá a ganar la partida frente a la resignación, el inmovilismo, a la involución. Y lo va a hacer avanzando de nuevo, venciendo los temores… con ambición, confiando en sus gentes. Y triunfará una vez más la solidaridad social, la modernización, la apertura de miras de una gran ciudad universal, la capital de Andalucía, Sevilla "con quien tanto he querido".
A todos, a todas: gracias. A los que han compartido responsabilidades de gobierno y a los que han participado en este proyecto desde otras instancias, a todos y a todas estoy agradecido. Pero en democracia es, sin duda, aún mayor el agradecimiento que el electo debe a quien deposita en él y en su grupo político la confianza de su representación. Por eso a todos ellos y todas ellas, queridos convecinos y compañeros, gracias con el alma por cómo habéis respaldado siempre nuestras ideas y nuestras propuestas en el foro de la democracia ciudadana. Ese apoyo y confianza me han permitido ser, después de estos más de diez años, la persona que más tiempo lleva desempeñando la tarea de alcalde de Sevilla desde que se instituyeron las alcaldías modernas, a principios del siglo XIX.
Quiero mostrar mi agradecimiento, sobre todo, porque los ciudadanos me han ido confiando reiteradamente la oportunidad no sólo de proponer, planificar y diseñar los proyectos, sino de llevarlos a la práctica, seguir su desarrollo y, en bastantes casos ya, contemplar sus resultados. Eso es una satisfacción para todos los que hemos conformado este equipo de gobierno. Pero pienso que más importante que eso es el hecho de que nuestra ciudad venga apostando de manera clara y evidente por la continuidad política necesaria para abordar avances y transformaciones a medio y largo plazo. Esa continuidad política es la que nos ha permitido avances trascendentes en el modelo de ciudad, de movilizar las energías internas, de captar inversiones externas.
Ahora, trascurridos tres mandatos consecutivos, voy a dirigir mi vocación por la cosa pública a otras tareas, en mi condición de funcionario o en cualesquiera otras en las que mi formación y mi experiencia puedan seguir siendo útiles a la sociedad democrática a la que vengo sirviendo desde muy temprano.
Las razones de este paso tienen como base lo que honestamente, honradamente, considero, según mi leal saber y entender, que es lo mejor para Sevilla y especialmente para la ciudadanía que más apuesta a diario por los valores del progreso, la solidaridad y la modernidad universal que están en la esencia verdadera de la Ciudad de la Personas. Y también -he entendido siempre que los intereses de la ciudad y los de mi partido van de la mano- porque creo que es lo que más conviene al triunfo, de nuevo, de las ideas de izquierdas y andalucistas en las que milito desde los tiempos clandestinos de la lucha por las libertades y la transición a la democracia en España.
Y precisamente, cuando estamos ya cercanos a afrontar la segunda década de este siglo es cuando la ciudad está de nuevo pensando cuáles serán sus caminos en ese futuro inmediato y debe darse un nuevo gran impulso. Un impulso renovado que, desde la continuidad del proyecto y los relevos generacionales que lo acompañen, hará que Sevilla se convierta en una ciudad a la vanguardia en el desarrollo de una nueva economía sostenible y un modelo urbano a la medida de las personas, de todas las personas.
Hemos hecho mucho pero queda mucho trabajo por delante y quiero hacer saber a todos los sevillanos y sevillanas que voy a estar como siempre al pie del cañón al servicio de la capital de Andalucía. La ciudad nos necesita a todos y a todas al margen de coyunturas o decisiones personales. Estoy seguro, porque lo hemos demostrado reiteradamente, de que, con valentía y esfuerzo llegaremos a donde nos propongamos. Porque Sevilla, la buena gente de Sevilla, se lo merece todo.
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