¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Calle Rioja
Entramos por Amor de Dios y salimos por Trajano. Las dos puertas del reabierto cine Cervantes, escenario del estreno de la película sobre la hermandad de los Gitanos dirigida por Carlos Varela con guión de este mismo, que es una especie de Sergio Leone de la carrera oficial, y de Enrique Casellas, todavía vigente como pregonero de la Semana Santa de Sevilla hasta que suba al atril del Maestranza Juan Miguel Vega.
Una calle del siglo XXI que rezuma siglo XIX: el que ve nacer el instituto San Isidoro, el más antiguo de Andalucía, y este cine Cervantes cuya existencia estuvo en peligro y que afortunadamente vuelve a ser faro cultural de la ciudad de Sevilla. El último mohicano de los cines del centro. Un siglo antes, en el XVIII, arranca la historia que cuentan Valera y Casellas. La hermandad de los Gitanos data de 1753 y consta como su primer impulsor Sebastián Miguel de Varas.
Entre Amor de Dios y Trajano. Parece una metáfora de uno de los momentos más emotivos de la película: la venia de los armaos de la Macarena a los titulares de esta hermandad de la Madrugada sevillana. La película fue objeto de un preestreno el 28 de octubre, durante el congreso celebrado en Sevilla de hermandades de los Gitanos de toda España: delegaciones de Ronda, Jerez, Fregenal de la Sierra y hasta Santa Coloma de Gramanet.
Enrique Casellas es de la hermandad de los Gitanos desde que nació. “Mi padre de san Román, mi madre de Santa Lucía”. Su generación forma parte de los años de vinculación con san Román, entre las calles Sol (unida por Matahacas con la calle Luna, hoy Escuelas Pías) y Enladrillada. Fue de su cuadrilla de costaleros. “Gordillo, Nimo y los deportistas iban delante, igual que Cayetano Martinez de Irujo. Los más bajos íbamos detrás”.
La historia de la hermandad de los Gitanos es un palimpsesto de la historia de la propia ciudad: sus avatares urbanísticos, los vaivenes sociales, la eterna dialéctica entre los conflictos y los consensos. La virtud y el pecado. Tuvieron su primer asiento en el convento del Espíritu Santo de Triana, pero muy pronto tuvieron que cruzar el puente. Al Arenal dominado por cofradías populares como el Baratillo o la Carretería. A un convento del Pópulo que después sería cárcel y en la actualidad es plaza de abastos, el mercado más próximo al coso de la Maestranza.
La cinta está llena de paradojas. El Cristo de los Gitanos, Nazareno de la Salud obra de José Rodríguez Fernández-Andes (1938), procesionó en viacrucis el 2 de marzo de 2020, doce días antes del decreto de estado de alarma, de un confinamiento que dejó a Sevilla sin Semana Santa, Feria y Rocío y al país oyendo cada día la letanía de los fallecimientos por los estragos de la pandemia. Pulso entre la Salud y las Angustias, advocación de la Virgen cuya coronación canónica el 28 de octubre de 1988 es uno de los episodios centrales de la pelí
cula. Con la presencia de dos protagonistas fundamentales de la historia de Sevilla en el último cuarto del siglo XX, el cardenal Carlos Amigo Vallejo y el entonces alcalde de Sevilla, Manuel del Valle Arévalo, que aparecía acompañado por su inseparable Paco Moreno, socialista, bético y macareno.
El último viacrucis antes de la pandemia evocado por el primer pregonero después de esta tribulación sanitaria, porque Julio Cuesta hubo de esperar casi tres años para pronunciarlo. La película cuenta el trasiego de mudanzas de la hermandad, las circunstancias tan complejas que le tocó vivir: cinco años antes de su creación, se aprueba una Pragmática contra los gitanos, siempre en el punto de mira de los ilustrados, víctimas de una exclusión en parentesco con los judíos y los moriscos. El 18 de julio de 1936 la iglesia de san Román fue pasto de las llamas, del furor iconoclasta del anticlericalismo. Una nueva persecución.
Imágenes de la madrugada de 1994, última salida procesional desde la iglesia de San Román. La próxima Semana Santa será el trigésimo aniversario del abandono de ese espacio, con el paréntesis de diferentes hospedajes eclesiales antes de su definitiva ubicación cerca de los jardines del Valle, donde se puede leer el soneto a las colegialas de Aquilino Duque. Su voz suena en la película de los Gitanos, que también acude a un texto de Manuel Chaves Nogales, el corresponsal sevillano y biógrafo de Belmonte que murió en el exilio británico.
Antonio Machado nace en julio de 1875 en el palacio de Dueñas y Cayetana de Alba nace en marzo de 1926 en el palacio de Liria. Un poeta y una aristócrata unidos por esta hermandad de los Gitanos. La saeta del primero fue convertida en canción por Joan Manuel Serrat y la música de esta recreación poética fue transformada en partitura de una marcha procesional en uno de los alambiques más curiosos de la música de Semana Santa. Cuando el Jueves Santo entregaba su aliento a las primeras horas del Viernes Santo, Cayetana de Alba se asomaba a la puerta de Dueñas, ámbito del limonero y de la memoria, para rendir pleitesía a su Cristo de los Gitanos, siendo una de las principales benefactoras de la hermandad y de su nueva sede parroquial.
La película tiene aires de ‘Crónicas de un pueblo’ con los emotivos testimonios de Pepe Vargas, número 3 en la nómina de hermanos y tío de José María Flores, actual hermano mayor, y Manolo Machuca, número cuatro. Testimonios de una hermandad que ha cumplido 270 años de historia. La película es un inteligente compendio de imágenes recientes y del pasado, dos tiempos para un idéntico afán. En 1997 vivió uno de sus grandes momentos, la beatificación de Ceferino Jiménez El Pele, primer gitano que subió a los altares, un alegato contra pragmáticas y expedientes del Santo Oficio. Aparecen diferentes sacerdotes en las celebraciones litúrgicas: Manuel Soria, párroco de Santa Ana; Adrián Ríos, de San Juan Pablo II, en Montequinto; Javier Sánchez Dalp, de las Flores; Geraldino Pérez, de san Isidoro; o Luis Rueda, responsable de Liturgia de la catedral.
Antonio Mairena canta una saeta desde un balcón; la voz de Manuel Mairena suena en la banda sonora de la película, como la de Esperanza Fernández. Y en una de las imágenes, acompañando al Cristo de los Gitanos, se ve a Paco Palacios El Pali, junto al crítico flamenco Miguel Acal. Los Gitanos volvió a ‘salir’ y pasó por Amor de Dios. No cabe mejor calle. Estreno de lujo, acudió el ex alcalde Antonio Muñoz, que había vuelto al Cervantes para ver ‘Barry Lindon’, de Kubrick. Entre el público, Paco Lola, que conoce la línea divisoria entre la Cava de los Civiles y la de los Gitanos en Triana; Álvaro Perejil, hijo del tabernero y saetero de Manzanilla; o el arquitecto Honorio Aguilar, que aparece fugazmente en una de las tomas como Hitchcock en sus películas. El cartel de la película es una foto de Haretón.
Incluye el momento de la misión del Gran Poder a los Tres Barrios con parada ante el Cristo de la Salud. Con la presencia en el cine de Ignacio Soro, hermano mayor de la cofradía de san Lorenzo y de Félix Ríos, su predecesor.
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