¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Garzón convoca una huelga de juguetes para concienciar sobre la publicidad y el uso sexista de los juguetes, cuestión absolutamente prioritaria que justifica los 80.000 euros gastados en la imaginativa campaña. "Nosotros, aunque seamos de plástico o de peluche -dicen los juguetes-, también tenemos nuestro corazoncito. Ha llegado el momento de decir basta, de reivindicar nuestro derecho a jugar con el 100 % de los niños y de las niñas, no con el 50 %". Desde su Ministerio se afirma que se trata de una "simbólica acción sin precedentes en España". Y tanto. Visto a lo que se ven reducidos él y su partido -Matrioska comunista embutida en Izquierda Unida, a su vez embutida en Unidas Podemos- para dar que hablar el hombre ha montado un Potemkin con su escalinata de Odessa llena de peluches o un asalto a una casa de muñecas convertida en el Palacio de Invierno. Para eso ha quedado.
Suerte que Garzón no ha leído El soldadito de plomo de Andersen para prohibirlo por reforzar estereotipos machistas y militaristas ("estuvo a punto de llorar lágrimas de plomo, pero no lo hizo porque no habría estado bien que un soldado llorarse") y convertir a la bailarina en una mujer objeto. Suerte también que ya no se emita el anuncio de las muñecas Famosa, que a su culpa de anunciarse sólo para niñas sumaba la más grave de hacerlas caminar hacia el portal contaminando con la religión el espacio público. Y no quiero pensar lo que haría con los heteropatriarcales y sexistas padres que le regalaron a Andy el vaquero Woody y Buzz Ligthyear.
Lo que afortunadamente no ha hecho es resucitar esa gloriosa tradición comunista de que los hijos denuncien en público a sus padres. En Rusia hasta se inventaron su propio Santo Dominguito de Val comunista en la figura del niño mártir Pávilk Morózov que denunció a su padre a la policía secreta como enemigo del Estado soviético; el papi fue fusilado por las autoridades y el joven asesinado por sus familiares. Por desgracia tras esta invención, que fue tomada por cierta, se esconden miles de casos reales. La Revolución Cultural china, tan aplaudida en los años 60 por tantos intelectuales europeos maoístas, fue pródiga en hijos denunciando a padres. No, afortunadamente no veremos a un niño denunciando a sus papás porque le regalaron un musculado muñeco de superhéroe ni a una niña porque le regalaron una Barbie Destellos de Arco Iris. De momento.
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