¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Cuando el genial Niño de Marchena dijo en Rito y geografía del cante, que él le había dado al flamenco una categoría –“vistiéndolo de esmoquin”–, le dieron brillantina para el pelo. Que el marchenero universal le dio categoría al cante es algo fuera de toda duda, gustos al margen. Pero Don Antonio Chacón, Arturo Pavón el viejo, el Niño Medina o Juanito Mojama ya usaban pajarita y vestían como marqueses. Lo del clásico cantaor con gorra campera y varita de mimbre para hacerse compás en la tarima es mucho más antiguo, de cuando Antonio Ortega El Fillo y el Bizco Sevillano cantaban en los cortijos por unos conejos o medio saco de garbanzos.
Viene esto a cuento porque el pasado día 11 de este mes se celebró en Sevilla una gala para entregar los premios flamencos que ha creado la Fundación Cajasol, galardones que recayeron en la bailaora sevillana Merche Esmeralda, el cantaor cordobés Antonio Fosforito y el guitarrista almeriense Tomatito. Baile, cante y guitarra. Siempre es una estupenda noticia que una entidad tan importante se acuerde del flamenco y Cajasol lo viene haciendo desde hace años. Que lo llamen “los Óscar del Flamenco”, tan pronto, con el debido respeto, solo demuestra los complejos que tenemos aún con nuestro arte. Del Compás del Cante, de Cruzcampo, tristemente desaparecido, se decía lo mismo.
Lo de que pidieran ir con esmoquin a la gala es llamativo, en un teatro al que los flamencos van a veces como de andar por casa. Menos mal que no fui invitado –a estas cosas lo hacían hace años–, porque siempre he llevado mal eso de que me digan o recomienden cómo tengo que ir vestido. Lo mismo un día me visto de gala para ir a coger espárragos a Cantillana, que uno tiene también sus excentricidades, como el Niño de Marchena, quien se bañaba en colonia antes de ir al teatro y se hacía los zapatos a medida donde las estrellas del cine.
Supongo que en Cajasol pensarían en lo del esmoquin para dignificar esto del flamenco, que está más que dignificado. Se agradece, primero, la iniciativa de los premios, que se unen a otros tantos que se dan cada año en nuestro país. Luego, que los premiados sean de tanta enjundia. Para aspirar a ser los Óscar de lo jondo tendrán que premiar más disciplinas, como los Premios Internacionales Manolo Sanlúcar. de la EFA, que las premia todas, dieciséis, y Canal Sur y la Junta de Andalucía sin enterarse.
Por cierto, unos premios que reconocen la trayectoria de maestros como Fosforito y Merche Esmeralda, deberían haber reconocido al gran maestro de la guitarra Paco Cepero. Si no lo digo reviento.
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