La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
De las plantas pertenecientes al género Ficus, término latino de raíces fenicias y hebreas que deriva en higo e higuera, una docena de especies crecen en Sevilla. Algunos de sus especímenes han quedado ligados de modo indisoluble a plazas, calles o jardines emblemáticos. La mayoría fueron importadas para participar en la revolución paisajística que supuso el desarrollo de la Exposición Iberoamericana de 1929, si bien las que consideraremos no proceden del Nuevo Mundo y todas tienen representación en el Parque de María Luisa.
Una de las más llamativas es la "higuera australiana de Bahía Moreton" -con raíces aéreas, tabulares y superficiales-, que ofrece una imagen majestuosa y hojas presentando un aspecto cobrizo en el envés; originaria de Australia y Nueva Gales del Sur, existen hermosos ejemplares de este árbol portentoso en las plazas del Museo y del Cristo de Burgos, en el atrio de la iglesia de San Jacinto o los Jardines de Murillo. El magnífico "árbol del caucho" proviene de India e Indonesia, poseyendo el envés de las hojas un color verde pálido; resulta espectacular junto al monumento a Juan Belmonte en la icónica plaza trianera del Altozano, enclave de resonancias flamencas y toreras. El "laurel de Indias", proveniente de Asia, Australia y Oceanía, se distingue por sus pequeñas hojas y diminutos higos; su grandiosidad se hace patente en plazas de honda raigambre como las de La Encarnación, San Leandro y San Francisco, en los jardines del Casino de la Exposición, en las plazuelas trianeras de Chapina y Santa Ana o en la ribera del Guadalquivir, lugares que disfrutan de la infinita belleza de estos esbeltos gigantes.
La conocida como "higuera herrumbrosa australiana" es de menor porte -con pubescencia ferruginosa en el envés de las hojas- y se muestra orgullosa en la glorieta de las Cigarreras o en los jardines de Nervión de las Hermanitas de los Pobres y de San Juan de Dios. La especie de ficus más popular de nuestro entorno es la "higuera común", que se expone en plenitud en la romántica Isleta de los Pájaros del Parque de María Luisa y en los arabizantes Jardines de la Buhaira; propia de la cuenca mediterránea y de Asia Menor, era sagrada en la antigüedad y así, según la mitología clásica, la loba Luperca amamantó bajo sus ramas en el Monte Palatino a Rómulo y Remo, míticos fundadores de Roma.
Estos maravillosos árboles confieren a sus enclaves urbanos un singular carácter selvático que transporta a tierras legendarias, realzando el brillo de relucientes fuentes de interés histórico-artístico y siendo espectadores de múltiples aconteceres de la infancia y adolescencia de los que hemos tenido el honor de crecer junto a ellos...
"La soledad era eterna/ y el silencio inacabable./ Me detuve como un árbol/ y oí hablar a los árboles./.../ Los árboles se olvidaron/ de mi forma de hombre errante,/ y, con mi forma olvidada,/ oí hablar a los árboles./.../ Y ya muy tarde, muy tarde,/ oí hablarme a los árboles"(Juan Ramón Jiménez).
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