La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El sentido de la vida en Sevilla
Esta Feria de la No-Feria no puede ser y, además, era imposible, y no la ha organizado nadie, ni se sabe por qué han aparecido esas decoraciones, ni por qué iban a convertir el Museo Bellver en la caseta Fabiola. Y es verdad que en los alrededores de la plaza del Salvador había varias tiendas de vestidos de flamenca, a las que el Covid 19 les ha dado la puntilla, como a tantos negocios locales, por lo que es un detalle de caridad cristiana montarles unos puestos en la Plaza Nueva. Y hasta se puede entender que en algunas bodeguitas, donde es posible beber manzanilla todo el año, pongan estos días farolillos para que ellas se quiten la mascarilla vestidas de flamenca.
Pero nos faltan los madrileños. Una Feria sin ellos no es lo mismo. Aportan una pijez especial. Su comunidad está abierta, pero la nuestra no. Y es verdad que en el AVE se puede viajar y te piden los papeles de forma aleatoria, como en todos los confines perimetrales, de modo que unos se cuelan y otros no se atreven. Pero una Feria en condiciones, con sus casetas de verdad y sus sevillanas auténticas, y su ambiente como todos los años, hubiera resultado de lo más divertida en 2021, con las elecciones del 4-M a la vista. Los fotógrafos no hubieran dado abasto. Y los tendidos de los toros hubieran parecido una sucursal de la plaza de las Ventas.
Los de Vox no se hubieran perdido ni una. Rocío Monasterio y Santiago Abascal (quizás acompañados por Macarena Olona) hubieran sido de los fijos. Y es de suponer que Isabelita Díaz Ayuso y Pablo Casado también estarían entre los más fieles, a los que se sumarían gustosos algunos de los pelotas de Génova que están intentando despellejar a Beltrán Pérez. Es decir, que media campaña electoral de las autonómicas de los Madriles se hubiera disputado en la Feria de Sevilla.
¿Y qué pasaría con el soso Gabilondo? ¿Vendría a la Feria? A las casetas también van sosos, no todo el mundo baila sevillanas. Y este es soso de verdad. Más enrollao es Pablo Iglesias, que quizá se hubiera dejado ver por alguna caseta sindical, o de distritos populares, o de la gente que no es señorita ni lo quiere ser, ni él iría a los toros, ni mucho menos pasear en un enganche a la media potencia, como si fuera el duque de Galapagar. Todavía hay clases, unas con chalés y otras con chabolas.
Pues todo eso te lo vas a perder. La Feria de Sevilla hubiera sido una maravilla con sus madrileños en campaña. Y con todas las televisiones y todos los fotógrafos de cámara. Pero hemos cambiado el Hola por la cuarta ola y los vinos de Williams & Humbert por la cepa británica. Una pena.
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