La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Sevilla/No dirán ahora algunos que el sevillanito medio guarda las apariencias con la misma fuerza que un toro bravo muere con la boca cerrada antes que dar señales de debilidad extrema. Se han roto las costuras. O, mejor dicho, las lonas. No podemos con la Feria de una semana de duración, pero queremos tener caseta propia. Han pasado unos años desde el disparate de alargar la feria de sábado a sábado y ya no aguantamos más. No podemos seguir disimulando, se acabó esconder la pastilla del Avecrem. La propuesta es clara para sobrevivir: realizar una suerte de ampliación de capital por la vía de la creación del socio de fin de semana. Los señores socios no aguantan tantos días de jarana, porque no hay billetera ni estómago que soporte tantas jornadas festivas, pero el señor casetero quiere ganar dinero y se queja de que a partir del jueves no entra público suficiente que genere negocio que haga rentable la inversión en personal y en productos. A su vez las ordenanzas municipales, nunca se olvide, no permiten el cierre de las casetas, deben estar abiertas todas hasta el último día. A partir del jueves es mejor no preguntar por el plato del día porque se solivianta al casetero. Una ración de Navidul y aquí paz y después la de Molviedro mientras Paco Vélez no diga lo contrario. La Feria, fiesta mayor con un modelo estético mucho más respetado que el de la Semana Santa, comienza a evidenciar problemas de base: una duración oficial excesiva con riesgo de que algún alcalde populista decrete la entrada libre en las dos o tres últimas jornadas, con lo que la Feria dejaría de ser la Feria, como ya ha ocurrido en otros municipios. No crean algunos que decimos un disparate, porque el mismo centro de la ciudad es otro desde hace diez años. Es un parque temático al servicio del turista.
El debate sería volver al formato corto:de martes a domingo. El sevillano, siempre tan excluyente, se inventó la denominada pre-Feria para explotar el sentido de la exclusividad y al mismo tiempo del orillamiento. No es lo mismo recibir en pre-Feria que hacerlo en un día de la primera mitad de la fiesta. Hay grados. En la pre-Feria se matan de un tiro muchos pájaros de compromiso. Y a los amigos de verdad se les dedica tiempo de domingo a martes. El caso es que a partir del jueves estamos todos tiesos. Y ya no hay forma de ocultarlo. Se buscan pardillos que quieran entrar en casetas de Sevilla sin sevillanos, que se presten a servir de atrezo. Al alcalde Monteseirín se la liaron parda por decir que el sevillano se debía ir a la playa a partir del jueves. Alfredo, mente preclara. Está escrito:la justicia lenta no es justicia. Y entonces no es reparadora.
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