La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Sevilla/Es habitual que muchos visitantes de la ciudad se quejen del carácter "cerrado" de la Feria de Sevilla, de Despeñaperros hacia arriba llamada Feria de Abril. La mayoría clavan el arpón y aguardan una justificación, alguna explicación amable y, por supuesto, una invitación. La sorpresa es cuando respondes con claridad y sin complejos. Sí, la Feria es una fiesta "cerrada" porque la inmensa mayoría de las casetas son privadas. Los meses de septiembre y octubre, con los gastos del verano y de los colegios recién liquidados en parte o en su totalidad, a cientos de sevillanos les cargan en la cuenta corriente del banco la cuota de la caseta. Da gusto (tururú) levantarse por la mañana y que el teléfono móvil informe de un cargo de 150 euros con un concepto que suena a largo plazo: Caseta Feria 2023. Justo en ese momento esperas con paciencia al primero que te vuelva a referir el carácter "cerrado" de la fiesta.
La Feria es enorme. Y pocos acontecimientos hay que puedan presumir de estar montados por particulares. El porcentaje de gasto privado es altísimo. No digamos el esfuerzo en la gestión, como es el caso de la contratación del responsable del bar. La ciudad se beneficia como nunca de una celebración que montan sus propios vecinos en gran medida. No sabemos si esto es bueno o malo, absurdo debate tan del gusto de los acomplejados, pero seguro que es distinto porque la mayoría de ferias de España se montan con dinero público. La Feria de Sevilla es así o sencillamente no será la Feria de Sevilla, será otra cosa. ¿Debe haber casetas de acceso público? Rotundamente sí. Pero la inmensa mayoría serán siempre familiares, de clubes, de colegios profesionales, de peñas... Esa es la grandeza que se paga religiosamente con el esfuerzo económico en unos meses del año que no son precisamente de primavera.
El sevillano en su indolencia no suele explicar cuánto le cuesta la Feria cuando no es Feria. Hay historias de célebres lápidas dejadas en la caseta en tardes de Feria demasiado largas, pero casi nadie explica esas cuotas cargadas en tiempo ordinario que son verdaderos torpedos en la línea de flotación de una economía familiar. ¿Clasismo o elitismo? Otro tururú. Mucho esfuerzo sobrellevado con ilusión. Cada trimestre, en dos semestres o en una única cuota importante abonada antes del comienzo de la fiesta, pero la Feria se paga por los curritos cuando no es Feria. Caseta viene de casa. Cada cuál se paga la suya. Y el sevillano es el que invita a su hogar, en este caso bajo un techo de lonas.
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