La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
El PP siempre se ha definido como partido de centroderecha, y se pone apellidos a sus dirigentes más centristas como se pone nombre y apellidos a los que se inclinan hacia posiciones más conservadores. El PSOE, que sabe perfectamente que el voto español tiende al centrismo, hizo un agujero a las expectativas de Feijóo en las generales presentándolo como el partido gemelo de Vox, y se mantiene en esa estrategia que le ha funcionado tan bien.
Feijóo, que hasta ahora no había marcado distancias con Vox con suficiente contundencia porque necesita el apoyo de los votantes desencantados con Vox por cuestiones internas más que ideológicas, finalmente ha tomado decisiones que eran indispensables para incrementar su presencia en los parlamentos autonómicos y, a futuro, en el Congreso de los Diputados y acaba de hacer una apuesta clara por la centralidad, con un acercamiento hacia Ciudadanos que tiene una doble lectura: posicionamiento en el centro y, además, aprovechar a políticos que han demostrado talento y capacidad de gestión. Políticos que se han quedado fuera de juego por el descalabro de un partido con grandes expectativas que Albert Rivera no supo gestionar con inteligencia.
Hasta ahora han sido inútiles los esfuerzos por lograr acuerdos entre PP y Ciudadanos. Los restos del naufragio de quien ganó las elecciones catalanas no hace tanto tiempo y tuvo un importante grupo parlamentario en el Congreso, se resistían a dejar sus siglas, mientras el PP se resistía a aceptar en sus listas a quienes se negaban a aceptar el nombre PP o a formar parte de sus candidaturas como independientes. El resultado es conocido, Cs está desaparecido en combate.
Ante las tres citas electorales próximas se han retomado las negociaciones para intentar sumar esfuerzos en lugar de dividir el voto de centro, que tanto favorece a Sánchez. Que además ha envenenado bien a Cs al insistir en que Vox es el socio natural del PP porque beben de la misma fuente ideológica. De mensaje que ha calado a todos los niveles, o casi, surgió la reticencia de miembros de Cs a cualquier tipo de negociación con un PP que consideraban próximo a Vox, partido además con el que el PP ha pactado varios gobiernos regionales y municipales.
¿Será efectivo ese acuerdo en el que trabajan Feijóo y Adrián Vázquez? Hay dificultades. Además de la lucha por el nombre porque Cs quiere aparecer de alguna manera, hay lucha también por quiénes entran en las listas y en qué lugar, pero eso ocurre también en los partidos que concurren solos a las elecciones.
En la próxima cita electoral catalana, una presencia destacada de constitucionalistas en el parlamento autonómico, que no cedieran a las estrategias independentistas, sería la mejor noticia para los millones de ciudadanos desesperadas por el auge del independentismo y las cesiones del sanchismo, que toma iniciativas que minan la identidad española.
Valdría la pena que unos y otros hicieran un esfuerzo de generosidad. Un esfuerzo de patriotismo.
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