María José Guzmán

Fandangos y palmas

Puntadas con hilo

17 de mayo 2015 - 07:01

Toda campaña electoral tiene su punto friki. Si antes el mayor espectáculo estaba en los teloneros que acarreaban al pueblo a los mítines, ahora el show es más extravagante. Hay de todo. Ciudadanos que voluntariamente -que no tiene por qué ser sinónimo de altruistamente- se prestan y facilitan al candidato parte de su campaña y otros a los que los equipos electorales buscan para reforzar sus estrategias de cercanía y poner en escena sus mensajes.

Algunos personajes resultan más sinceros e incluso despiertan ternura. A Zoido, que trabaja bien este tipo de marketing político, no le resulta complicado que haya sevillanos dispuestos a posar con él y demostrar ante el público su agradecimiento y satisfacción con su gestión. Imágenes entrañables de la campaña de Zoido son las de Lorenzo, el funcionario jubilado del distrito Macarena que ayer participó en un acto con el alcalde. O la de Carlos Seguro, un joven con síndrome de Down que hizo de conductor del acto para presentar el programa de asuntos sociales que tuvo lugar en la sede de la Fundación Madariaga. [Por cierto, hay quienes no dan crédito a que se vendan actuaciones sociales en un edificio señorial, como es ése pabellón del 29]. Luego hay otras, sin comentarios, como la del ecuatoriano que ha tuneado su hormigonera o la del tendero de Su Eminencia que hizo de speaker en el arranque de la campaña de los caracoles. Juan Gallardo viste una equipación deportiva con el lema: Soy zoidista y creo en él.

Espadas también tiene sus devotos. Más o menos espontáneos. En Youtube se puede ver el vídeo en el que un vecino de Alcosa dedica un fandango al candidato socialista, "un alcalde muy sincero, un alcalde de verdad, que lo quiere el mundo entero", reza la copla. Y famoso seguidor de Espadas es Jacinto, con su vespino.

No es mala señal que a los candidatos les toquen las palmas, todo lo contrario. Son anécdotas para una campaña interesante pero anodina. Lo malo es cuando se buscan palmeros a sueldo o, mejor dicho, a cambio de promesas para que canten en las urnas. Eso es otra cosa bien distinta.

stats