Envío
Rafael Sánchez Saus
¿Réquiem por Muface?
La esquina
HA sido Diego Valderas, coordinador regional de Izquierda Unida, quien mejor ha definido el espíritu de la cumbre socialista celebrada en Sevilla la víspera de los Reyes Magos. "Una charla de amigos preocupados por el futuro del partido de cara a los próximos procesos electorales", ha dicho.
La reunión fue copresidida por el presidente de la Junta y secretario general del PSOE andaluz, José Antonio Griñán, y el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, flanqueados por el vicepresidente tercero, Manuel Chaves; la consejera de Presidencia y portavoz andaluza, Mar Moreno; el consejero de Gobernación, Luis Pizarro, y los primeros espadachines de la ejecutiva regional socialista, Susana Díaz y Mario Jiménez.
Oficialmente se habló del empleo como objetivo prioritario del socialismo gobernante en esta comunidad autónoma que se aproxima al millón bruto de parados (qué bruta). Es lo que tienen los comunicados oficiales: siempre ocultan la realidad. Realmente los dirigentes se vieron para escenificar un cierre de filas imprescindible para transmitir la imagen de unidad que aleje de militantes, votantes y electores la sensación pesimista de decadencia y derrota. Nada más conveniente para levantar el ánimo y movilizar a los que ya han bajado los brazos que una apariencia de unidad en la cúspide. El único granero de voto socialista que va quedando corre serio peligro si, además de los daños objetivos causados por la crisis y por Zapatero, se transmite también la idea de que los pastores no están de acuerdo sobre los medios para conservarlo.
Esta idea se han encargado ellos mismos de hacerla florecer y asentarse. Griñán renegó de su mentor (Chaves) y no paró hasta arrebatarle el control del partido y formar un gobierno propio. Griñán y Chaves, tan amigos, han acabado por no reconocerse políticamente. El primero relegó al único hombre de confianza del segundo (Pizarro) y entregó el aparato socialista andaluz a Díaz y Jiménez (Velasco quedó en el camino), a quienes Chaves considera inmaduros y osados. La gestión griñanista está siendo cuestionada por su antecesor en la Junta. Un ariete de Chaves comentaba así las encuestas: "Ha perdido un punto cada mes, je, je". Por eso se conjuraron todos bajo la sombra protectora del hombre más fuerte del socialismo actual (Rubalcaba). Vamos a llevarnos bien o las urnas nos van a llevar a todos por delante.
Bueno, no todos. En la sede de San Vicente faltaba uno: Gaspar Zarrías, el número dos de Chaves en el Ministerio. Griñán le ha puesto la proa atribuyéndole la paternidad de una operación encaminada a apearle de la candidatura de 2012. Pero Zarrías ha sobrevivido a todos sus enemigos. No es bueno que falte en ninguna foto.
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