Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Sevilla/Por fin tenemos la Avenida Matemáticas, inaugurada ayer en el Distrito Norte por el alcalde todoterreno. Sin Matemáticas, como sin Latín, no somos absolutamente nadie. Que sea de utilidad incluir a las Matemáticas en el callejero es cuestión distinta. Suponemos que sí. Pero tal vez al personal le ocurra cuando pase por la calle Matemáticas lo mismo que al hacerlo por la calle Koala, que está en Valdezorras. Puede que se queden igual, o quizás preguntándose cómo y a quién se le ocurrió dedicar una calle a este simpático animal. Hay calles muy desconocidas por el sevillano, como las que están cerca del Parque Miraflores dedicadas a los magos de Oriente: las calles Melchor, Gaspar y Baltasar.
Hay quien tiene una calle en pleno centro y nadie se pregunta la razón, quién fue aquel personaje, ni dedica un minuto a consultar el diccionario callejero de Montoto. Es el caso de la calle Felipe Pérez, que está justo detrás del Banco de España, nada menos que perpendicular a la Avenida de la Constitución. El señor Pérez era un escritor, periodista, humorista y folclorista. Nació en Sevilla en 1850 y murió en Madrid en 1910. Ahí sigue su calle. Cada sevillano tiene su particular lista de calles de nombres extraños y desconocidos. ¿Quién no ha oído hablar de la calle Camino de los Toros o ha pasado por ella cuando ha ido o vuelto del Carrefour Macarena? Hay hasta quien tiene dos calles en Sevilla, caso del matador de toros Manolo Vázquez, que cuenta con una en su arrabal de San Bernardo y con otra en la Feria de Sevilla. Hay gente que tiene calle en Sevilla, pero no en su tierra, como el sindicalista vasco Nicolás Redondo, fallecido hace una semana. Está honrado en el nomenclátor de Triana por decisión e impulso del alcalde Juan Espadas.
La ciudad tuvo una alcaldesa, Soledad Becerril, que no era partidaria de ponerle calles a los cristos y vírgenes porque sí, sin otra razón que la proximidad del templo donde reciben culto. Era y es un buen criterio, porque en ocasiones se suprimieron nombres de personajes históricos o tradicionales por advocaciones que, por cierto, ya eran de sobra conocidas y reconocidas. Recuerdo cuando el cardenal Amigo declinó que se le dedicara la avenida principal del Cerro del Águila porque bajo ningún concepto quería que eso supusiera retirar el rótulo Afán de Ribera. Hay quien no tiene calle, como Felipe González, pero sí una biblioteca. Bienvenida la calle Matemáticas, aunque alguno, insistimos, evitará pasar por ella. Y no le cuento cuando se le dedique una al Latín. A ver si se mueve el Colegio de Doctores y Licenciados, que parece tener menos actividad que los puestos de turrones de la Feria.
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