La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Se me está poniendo la sensibilidad gramatical exponencialmente vitriólica. O dicho de manera más clara: estoy al borde de romper en psicópata, si no a lo Kill Bill (ayuda mucho la cobardía y el chip Doris Day que debieron inocularme con la vacuna de la polio, digo yo) sí en plan Tacañona del Un, Dos Tres, pero con menos gracia que las hermanas Hurtado.
El otro día me colgaron de una empresa de telefonía, por mis niños que es cierto. Atendí la llamada, dispuesta a cortar la conversación lo antes posible, cuando mi interlocutora, casi en la primera frase después de decir mi nombre, deslizó un fenomenal y rotundo laísmo. Cómo, dije, ¿ha dicho usted la? Oí el balbuceo sorprendido al otro lado, Sí, claro, es la ¿no? Inocente. Tomé aire y le solté una disquisición completa sobre el complemento directo e indirecto y los verbos transitivos e intransitivos con todos sus pronombres. Creo que fui bastante didáctica, pero no me quedó claro porque la amable señora me colgó. Quedé patidifusa. Nunca soy muy desagradable ni grosera aunque sí cortante, más que nada por no dar falsas esperanzas, ni hacer perder el tiempo a quien se está buscando la vida y que podría ser mi hija, una amiga o propiamente yo. Lo que tendrán que aguantar esas criaturas por el acoso que les obligan a ejercer contra los tranquilos ciudadanos, posibles clientes. Después de eso, tal vez me han tachado de todas las listas-non grata para los Call Center- o eso espero, que ya he dicho que prefiero huir de las broncas, menos por buen carácter que por gallina.
Lástima que algunos de los periodistas de radio no me escuchen a veces. Últimamente en todos los programas, sobre todo en los deportivos, no se les cae de la boca la palabra exponencial. Reconozco que la primera vez me pareció de una precisión pasmosa, dado que "se entiende por exponencial el crecimiento o el desarrollo, de un ritmo, cadencia o proporción que incrementa o aumenta cada vez rápidamente y de manera notoria. Sustantivo femenino (en matemáticas) se refiere a una función representada de una ecuación f(x) = a?, en que la x es una variante independiente". Toma ya. Parece que Pitágoras ha invadido las ondas porque todo lo que crece, ya, lo hace de manera exponencial. Qué prodigio. Hace muchos años, escamada ante el sinónimo de portero (de futbol, claro) que usaban los compañeros de deporte, me puse en medio de la redacción y pregunté si alguien sabía qué quería decir cancerbero. Sólo un periodista, que se ha revelado como un magnifico escritor por cierto, aludió al perro del dios Hades en la mitología griega. Los demás asumían que era un término puramente deportivo. Sois unos mayestáticos, les dije. Todavía no sé si le tomaron a bien (menos el escritor y gran amigo, que se rio conmigo a mandíbula batiente y exponencialmente, claro).
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