NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Los profesores recuperan el control de las aulas
CUANDO abrieron las primeras espumosas realmente impactaron en el mercado. Crearon algo nuevo. Dignificaron el concepto clásico de la cervecería sevillana, buena caña con chochos, camarones, mojama y gambas. Éste era un concepto que en Sevilla siempre ha triunfado, pero desde La Espumosa quisieron hacer algo nuevo: locales de decoración agradable con maderas y luces cálidas, barras cómodas y sillas altas que incitaban a la charla. El continente se mejoraba, pero también el contenido. Al principio de La Espumosa era tal la obsesión por la calidad de la caña de la cerveza que no tenían tapas con frase para que no se alterara la pureza del vaso. Al fin y al cabo la imagen de la cadena es una caña, espumosa, una rubia tremendamente atractiva.
Todo un lujo que se ha perdido. Ya esos detalles no se cuidan. Como anécdota recuerdo que fue allí donde noté por primera vez el paso al euro. La caña en un día pasó de cien pesetas a un euro. Bestial subida.
Mi Espumosa favorita es la de Espinosa y Cárcel, es la que sigue manteniendo el espíritu más auténtico de los comienzos. Las cañas no las tratan tan bien como antes y para conseguir unos altramuces hay que echar una instancia… Pero sí han ganado en la cocina. Tiene el mejor aliño de morrillo de atún de Sevilla, justo de aceite y toque perfecto de cebolla fresca. Correcta la ensaladilla. El pan con jamón es realmente bueno; buen pan y buen aceite. Sorprendentes ostras y unas gambas variables, o excelentes o vulgares. Buen salpicón.
El chipirón plancha me recuerda al del Bar Autobuses. Jugosos los mejillones al vapor y carnosos los boquerones en vinagre. Prueben las habitas baby de Alsur y no se pierdan los corazoncitos de alcachofas con foie. Buenísimos. Mi favorita es la rosada empanada con alioli, nunca he tomado sólo una. No sé de qué marca son pero tienen unas paletillas de jamón espectaculares. De vinos, pues cortitos con sifón. No es el sitio.
La Espumosa sigue igual pero distinta. Los antiguos añoramos los tiempos donde al mediodía sólo te veían entrar y el Negro o Joaquín te ponían una caña helada con unos chochos rociados con un puñadito de sal. Qué tiempos…
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