La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lluvia en Sevilla merece la fundación de una academia seria
El que habla coronado por un cartel en el que un pelotari ha escrito President bajo su nombre, bajo el amparo de las banderas de Cataluña y la UE es un hombrecillo ridículo, pagado de sí mismo, que se mantiene en una ficción gracias a la corte de aduladores que acuden al “exilio” de Waterloo a sobarle la chaqueta. El que habla es un tipo que hace seis años se fugó de la justicia española en el maletero de un coche. El tipo del maletero es el que está en el uso de la palabra en la tribuna atribuyéndose la representación del pueblo catalán, aunque el pueblo catalán le ha dado el exiguo 11% de los votos a su partido. En realidad, solo representa a Junts, un trasunto muy desmejorado de lo que un día fue una parte de CiU, una marca sometida a un lifting imposible, a penas de cárcel y al bamboleo de la pérdida de la autoridad política y moral. El tipo del 11% de votos y los seis años de fuga está salvando a la España imperial de sí misma. En su magnanimidad, el delincuente le dice a quien quiera sus votos cómo ha de enderezarse este país. Y si no, puerta y a las urnas.
Este tipo –un espécimen de menor cuantía– tiene la solución territorial al problema histórico que nos asuela: que se rinda y se disuelva el Estado español. Es eso lo que pide: una envolvente inversa. En vez de disolver las actuaciones ilegales del independentismo que lo haga España, que os tenemos rodeados, españoles. Vayamos por partes y veamos qué exige el tipo que tiene siete votos en el congreso de los Diputados y que vive en un coma profundo, como Christiane Kerner en Good Bye Lenin, sin saber que ha caído el muro de Berlín.
Esa es la pomposa y primera y previa condición a entregar su dote. Tan estulta como las demás piezas del chantaje, aunque se impone el lado paradójico: pide legitimidad democrática para el independentismo aunque fue precisamente el independentismo quien se deslegitimó democráticamente saltándose las leyes y proclamando una república de plastilina en 2017. El independentismo es legítimo, no necesita plácet; pasarse por el parque de la Ciudadela el Estado de Derecho, no. El tipo de los siete votos dice paparruchadas con renglones torcidos. Muy listo no parece.
Mecanismo de verificación y mediación de los acuerdos
El prófugo pide que un órgano independiente –según su criterio– medie y verifique el cumplimiento de los acuerdos. El fugado pidiéndole al resto de la humanidad que se someta a una prueba de confianza. El prófugo dudando de los demás. El delincuente huido arrojando desconfianza sobre el Estado y los demás partidos. Quien se puso la ley por montera exige a los demás que sean merecedores de su confianza. El malencarado de las cartas marcadas llamando tramposos a los demás. Si no fuera dramático que este tipo haya alcanzado el micro y la tribuna cuando estaba ya chapoteando en un charco seco movería a la risa.
Esta es buena. Abandono “permanente” de la vía judicial. Permanente. Es decir, para toda la vida. Hagan lo que hagan. Que la Justicia no tenga nada que decir y las leyes no rijan en Cataluña cuando a estos u otros majaretas se les ocurra montar otra patochada similar. Desmontaje del Estado. Pero los jueces no actuaron contra el independentismo sino contra quienes proclamaron en modo pantomima una independencia de Cataluña del resto del Estado y utilizaron fraudulentamente fondos y administraciones para su fin. Que la Justicia esté quieta, pide el president fugat. Desarmado el Estado, maniatada la justicia, ya solo faltaría que anestesien a los votantes para lograr los últimos objetivos de la cruzada indepe.
La exigencia de que el único límite a cualquier pacto sean los tratados internacionales es el intento más serio de cargarse la Constitución desde el aciago febrero de Tejero y Milán del Bosch. El personaje que está salvando a España se refiere a la convocatoria de un referéndum de autodeterminación para Cataluña previa amnistía. Dos saltitos en uno. Es eso. Y si esas cosas no caben en la Constitución española, probemos con algún tratado que lo permita. Aunque sea un tratado de derechos humanos. Y si no lo encontramos igual podemos aplicar extraterritorialmente la Ley de claridad aprobada por el Parlamento de Canadá o la decisión de su Corte suprema para el referéndum de Quebec. Quién quiere una carta magna aprobada por el pueblo español si podemos recurrir a alguna ley universal que lo permita o incluso a alguna cosa de la región de Valonia. Los españoles como atrezzo. Hay que reconocer que creativos sí que son esta gente.
Los indepes llaman histórico a todo. Y llaman acuerdo a lo que les interesa, lo que no es acuerdo cuando no les favorece es chantaje y cuando no es chantaje es simplemente el efecto de un estado dictatorial y represor. De entrada, el referéndum lo ha colocado para la legislatura no para la investidura. Pero en todo caso, hay un dato. El pasado 23-J las elecciones dejaron 2,5 millones de votos en Cataluña a partidos no independentistas y no interesados en un referéndum frente a un millón de los que opinan lo contrario. ¿Quién es el hombre del maletero para reabrir un debate que la inmensa mayoría de la sociedad catalana ha sepultado? No es nadie. Pero tiene un saquito con siete votos.
Ley de amnistía de amplio espectro: léase barra libre y todos a la calle, regreso a sus puestos de trabajo, anulación de sanciones económicas y a la espera de un nuevo amanecer en Cataluña. Sin arrepentimiento ni compromiso de no hacerlo de nuevo. Para qué, si una condición previa es que la justicia no actúe contra los independentistas. Ese blindaje es magnifico. También lo querrán los defraudadores de Hacienda, los narcotraficantes e incluso quienes cometen delitos contra la propiedad.
Traducimos del puigdemontés: amnistíeme a mí y a mis 4.200 afectados, bórrenos la ficha policial, déme mi referéndum ilegal, desactive la justicia, no me toque mucho las narices, enfúndesela y como contraprestación ni rectificamos ni nos arrepentimos sino lo contrario: no renunciamos a volverlo hacer. Y no renunciamos porque con su amnistía queda claro que nosotros hicimos lo correcto y la Justicia fue la que actuó mal, con saña e injusticia. El fugat es para comérselo.
Veremos cómo evoluciona la carta a los reyes magos del tipo de los siete votos, pero la partida va brava. El hombre de Waterloo arranca con exigencias de máximos, aunque cada cual, es cierto, interpreta lo que quiere de sus palabras. A la vez, busca un espacio para su autorehabilitación y clava las espuelas en el lomo de ERC, con quien se juega el espacio en unas elecciones catalanas dentro de año y medio si es que alguna vez Cataluña logra agotar una legislatura. El bloque constitucional, mientras le reparten las cartas, anda despistadillo. A Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno, se le ocurrió ir a Bruselas como telonera, reuniéndose con un prófugo de la justicia: nos invitan a digestiones duras. Feijóo que acaba de enterarse de lo que quería Junts y ha decidido no dialogar con ellos: igual pensaba que le iban a pedir una autopista. Y el PSOE, contento porque Pugdi ha decidido negociar y ya ve el futuro despejado aunque formalmente sostenga que está en las antípodas. Por supuesto que el Estado tiene que dialogar con todos y tratar de alcanzar acuerdos. España no puede seguir eternamente a la espera de encarar y resolver sus problemas. Pero así, no. Peor no puede pintar de saque, aunque hay que esperar a la evolución de una negociación que ya está abierta. El expresident del maletero tampoco está en disposición de desperdiciar las siete últimas balas de la canana. Pero, de momento, en las mismas antípodas que el ejecutivo está la inmensa mayoría de españoles. Abrir de nuevo las urnas es una opción decente a esta hora. Y sería un good bye para siempre, Puigdemont.
Saudíes sin frontera
Telefónica es una empresa estratégica porque en sus manos tiene una infraestructura crítica para España, el desarrollo de tecnologías de vanguardia y el control de los datos de millones de ciudadanos. La compañía saudí STC, de la que el fondo soberano de su país -una teocracia islamista dictatorial- posee un 64%, ha adquirido el 9,9% de la compañía, superando la suma de los paquetes que controlan BBVA y Ka Caixa, los dos accionistas españoles de referencia, hasta ahora. Defensa tiene aún algo que decir en lo tocante a los aspectos de seguridad. El capital de Abu Dhabi, Qatar, Kuwait, Singapur o China está entrando en todos los ámbitos económicos europeos, controlando industrias y tecnología, turismo, transporte, energía o el propio fútbol. En España el año pasado se captaron 2.800 millones de fondos soberanos, que invirtieron básicamente en tecnología, energías renovables y seguridad alimentaria-agritech. Es capital necesario para crecer pero con el riesgo de pérdida de control. La UE acumula el 50% del gasto en bienestar social del planeta y es un buen mercado para vender cosas pero no tiene liderazgo ni industrial ni tecnológico. Si sigue debilitándose Europa terminará siendo un estupendo parque turístico. Telefónica es una de las últimas grandes. Y España va necesitando su propio fondo soberano.
A por la AEMET, que es sanchista
El alcalde de Madrid y el presidente de Andalucía, con la DANA aun caliente, extendieron a la Agencia estatal de Meteorología las criticas sistémicas a todo lo que huele a Gobierno, aunque sea Estado. Meterse con el CIS o TVE tiene su lógica, pero lo de la Aemet es de traca. Un organismo en el que trabajan 1.200 personas que entran por oposición y con una amplia red de observatorios y puestos científicos, convertido en diana política porque su pronóstico no se correspondió exactamente con lo esperado, y todo a pesar de que dos personas murieron en el suroeste de Madrid. Los ciudadanos le conceden una valoración de un 8 al organismo y en los informes de reputación sale con una elevadísima fiabilidad. Da igual, la Aemet ya forma parte del sanchismo. Leña al mono que es de goma.
Murcia, el mar Menor ya es el mal menor
El PP y Vox están cerrando el círculo de sus acuerdos en Murcia, donde estaba cantado que López Miras no le aguantaba el brazo a los de Abascal. Esa evidencia y el toquecito desde Génova para evitar nuevas elecciones y más líos, han terminado por forjar el pacto. Un pacto que descarriló básicamente por la defensa del mar Menor pero que se ha firmado sin que sepamos, más allá de la retórica, cuál es el acuerdo PP-Vox respecto al Mar menor. Que ahora por lo visto es el mal menor.
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