La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
La política española está en riesgo de pasarse con tanta Ginebra.... Obligar a viajar a Suiza al secretario de Organización del PSOE, partido en el Gobierno, para sentarse en una mesa de tú a tú con un delincuente, chantajista y cobardón es sencillamente hacer hocicar a todo un Ejecutivo. Los asuntos de interés general para los españoles jamás se deberían debatir con semejante personaje y en un lugar diferente a las Cortes. Pero nos quieren hacer tragar con una ginebra mala, cabecera, con exceso de perfume barato y combinada con una zarzaparrilla de baja calidad. Quieren que traguemos con el relato de la normalización, cuando asistimos a una película vergonzosa con protagonistas entre chulescos y exentos de pudor. No, no puede ser normal que nos agachemos tanto ante un tipo que huyó en el interior de un maletero. Puigdemont disfruta forzando al PSOE a hincar la rodilla ante los ojos de toda España y el resto de las naciones. Siente placer al jactarse de tener la sartén por el mango, será siempre insaciable como corresponde a un buen nacionalista y ha tardado poco en avanzar de fase antes de lo previsto al amenazar con votar al PP en una hipotética moción de censura. Con este buey ara el presidente del Gobierno, ingeniero de la oratoria, catedrático de la habilidad en el cambio de criterio si así lo exigen las circunstancias, creador del máster de la resiliencia cueste lo que cueste y precursor de la política que no tiene más ideología que el mantenimiento en el poder por el poder.
Sánchez aguanta todo, traga con todo y está dispuesto a todo. No tiene sentido del ridículo, no tiene moral política, no tiene límites en su ambición, no le importa degradar las instituciones con tal de tenerlas sometidas, ni por supuesto degradar a su partido y a sí mismo si con eso se mantiene empadronado en la Moncloa. La mesa negociadora en Ginebra nos deja ante el resto del mundo como una nación bananera, como si no tuviéramos tradición democrática, fuéramos menores de edad en el funcionamiento de las instituciones o estuviéramos salientes de una guerra. Nos cuentan la gran trola del mediador o verificador que “ayuda” a superar las diferencias, promueve el “entendimiento” y posibilita el “diálogo”. No es más que una imposición del delincuente para demostrar su poder, exhibir ante las naciones extranjeras que existe un “conflicto”. Sánchez se rebaja, se humilla, traga, se agacha, vende a plazos su alma al diablo. La factura de Ginebra la pagamos todos. Y el dolor de cabeza lo sufriremos todos.
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