La lluvia en Sevilla
Carmen Camacho
Multicapa
De una parte: todos los distritos sanitarios de Sevilla siguen en niveles altos y extremos de riesgo, siendo las zonas Norte y Este las más afectadas con una incidencia de 482,9 y 384,6 casos por cada 100.000 habitantes, mientras la incidencia vuelve a subir en Andalucía hasta los 189 puntos en un día con 1.100 casos nuevos y 14 fallecidos (la curva de incidencia en España se sitúa en 115 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días). De otra parte: el Ministerio de Sanidad da marcha atrás y propone eliminar los límites a la hostelería también en zonas de un nivel medio de riesgo. Y de otra más: la mitad de los andaluces están vacunados con una dosis, a la vez que, junto al País Vasco, la Rioja y Melilla, Andalucía presenta las cifras más altas de contagios. Difícil comprenderlo todo a la vez. Sólo en la mitológica quimera, que tenía cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón, se unían en una única realidad elementos tan dispares.
La quimera del Covid tiene cabeza de buenos datos en vacunación, cuerpo de malos datos en contagios y cola de irresponsables que se apelotonan para tomar copas -ya sea la milicia de los bares o los partisanos del botellón- y turistas que dicen ante las cámaras que vienen de fiesta a España porque en sus países hay más restricciones. "¡España no Covid!", berreaba un ebrio mozo foráneo en una multitudinaria concentración en Barcelona. Pues no, imbécil, España sí Covid. Otra cosa es que necesitemos hasta las peores escurriduras del turismo, magníficamente representadas por los jóvenes europeos que se vieron en un reportaje grabado durante el fin de semana barcelonés en el que más de 11.000 mastuerzos fueron desalojados.
Pero no sólo son los turistas. "España sí Covid" habría que decirles también a los nativos que se apelotonan como si toda la población hubiese recibido las dos dosis y todo hubiese pasado. No ha pasado. Está aquí. Avanzamos, pero con la rémora de los pasos adelante y atrás del Gobierno y sus tensiones con las autonomías, con las urgencias -¡cómo aprieta la necesidad!- por recuperar el turismo, la angustiada presión de la hostelería y la irresponsabilidad de tantos jóvenes y no tan jóvenes como rémoras. Coordinación, paciencia y responsabilidad, por favor. No vaya a ser que estando cerca de la orilla las corrientes de la descoordinación, la impaciencia y la irresponsabilidad nos metan otra vez mar adentro.
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