La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sevilla se ha quedado pequeña
Puntadas con hilo
Seguro que alguna vez se lo ha preguntado: ¿para qué sirven las elecciones europeas? Y es muy probable que, entre todas las ocurrencias que puedan surgir como respuesta, figure ésta: para que los partidos coloquen a los suyos como eurodiputados y cobren, un buen salario por cierto. Demasiado simple, pero hay que reconocer que no es fácil explicar, a la inmensa mayoría, las tareas y el funcionamiento de los órganos europeos. Como igual de complicado es que el ciudadano entienda las ventajas de que Europa esté en la agenda de un alcalde. ¿Qué hace Juan Espadas en Bruselas? En los últimos dos años el socialista no ha dejado de viajar a la capital del lobby. Era un compromiso suyo electoral: situar a Sevilla en el mapa de Europa.
¿Es que no lo estaba? Su antecesor, Juan Ignacio Zoido, agotó su mandato sin lograr que se materializaran los contactos del grupo de trabajo (dicen que existía) creado en sus primeros meses de gobierno para captar fondos europeos. Solía decir que adelantó mucho trabajo. Pero lo contante, a pesar de que las escapadas del actual alcalde a Bruselas no son muy sonantes, es que actualmente están en marcha en Sevilla proyectos por valor de 36 millones de euros aproximadamente. Y eso no es fruto simplemente de una oficina ni un comité de asesores. Más bien de una estrategia de tela de araña en la que trabajan la delegación municipal de Economía y las empresas municipales. Por un lado se rastrea y siguen las convocatorias que hace la Comisión Europea para la asignación de fondos, y por otro, se va generando un banco de proyectos acordes con los objetivos de ciudad que se marcan: sostenibilidad, eficiencia energética, recuperación del patrimonio, incidencia social... Además, se trabaja conjuntamente con otros agentes públicos y privados, a sabiendas de que en Europa se valora muy positivamente esta alianza.
Así han llegado a Sevilla los fondos europeos para la transformación de la zona norte (Edusi), otros para la rehabilitación energética de los colegios o el último, el proyecto Qanat, un ‘premio’ de cinco millones de euros para recuperar, contándolo de manera rápida, el microclima de la Cartuja.
Es un trabajo serio y requiere presencia y gestión directa. Espadas es miembro del denominado Parlamento Europeo paralelo, el que conforman los municipios y regiones de Europa, que es escuchado por la CE y por cuyas sesiones plenarias pasa regularmente todo el staff de la propia Comisión y del Parlamento, los que parten el bacalao de los fondos.
Espadas estuvo la semana pasada en el pleno de la Cumbre del Consejo de Municipios y Regiones de Europa, donde es vicepresidente vocal de Medio Ambiente. Y pertenecer a ese exclusivo club le ha permitido atraer una buena ristra de asambleas y cumbres internacionales en los últimos meses. Y eso ya es algo.
Es difícil de explicar a la ciudadanía. Da escaso rédito, más cuando ya huele a elecciones y la foto o el gesto populista se convierte en la medida más rentable. O al menos eso creen los políticos... Faltan un mes para la campaña del 2-D y el personal ya mira de reojo cualquier iniciativa. El antídoto: vender realidades, con financiación incluida, no sueños.
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