Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
EN una campaña electoral tan átona, anodina y ayuna de propuestas y debates sobre las cuestiones cruciales del autogobierno, toda la discusión se está centrando en la política de pactos poselectorales y, en concreto, en la posibilidad de que Vox entre en el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía en una coalición con el PP, al que todos los sondeos ven ganador destacado.
El principal contribuyente de que el eje de la campaña sea ése es el candidato del PSOE-A, Juan Espadas, convencido de que jalear el miedo a la ultraderecha activará al votante de izquierda, que optaría mayoritariamente por su papeleta.
Parece haber olvidado Espadas que esa misma estrategia fue suicida en la campaña de 2018 por parte de su antecesora en el cartel electoral, Susana Díaz, porque fue el avance de Vox, al que ayudó visibilizándolo, lo que permitió la carambola que la sacó del palacio de San Telmo y de la política (andaluza de momento). Y entonces el PP nunca había gobernado la Autonomía. Ahora, venimos de una legislatura tranquila y productiva, con un Gobierno de coalición cohesionado, pese a estar formado también por Cs.
Pero sobre todo, distintos estudios demoscópicos están demostrando que hay ex votantes del PSOE que, ante la clara perspectiva de que no tiene opciones de gobernar, consideran que el voto más útil para frenar a Vox es darle el mayor respaldo posible a un presidente moderado como Juanma Moreno. El último, el de la consultora Thinking Heads, habla de una transferencia de voto del PSOE al PP superior al 16%.
Espadas se empecina... en el error: puede dar una mayoría más fuerte al PP. Quizás lo hace porque detrás de esa estrategia no está el objetivo de conseguir resultados en 2022, sino en la convicción de que sólo si Moreno se ve obligado a incluir a Vox en el Gobierno, él tendrá una segunda oportunidad para intentarlo en cuatro años o menos si el Ejecutivo resultante es inestable.
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