Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
NO lo pueden evitar. Es su naturaleza. El Congreso de los Diputados aprobó ayer la reforma de la conocida como ley del sólo sí es sí, que pretende poner pie en pared a la sangría de rebajas de penas a condenados por delitos sexuales desde que entró en vigor: aproximadamente un millar, de los que un centenar ha sido excarcelado.
La aprobación de la reforma no habría sido posible sin los votos del primer partido de la oposición, el PP, que en un ejercicio de coherencia tras estar seis meses pidiendo al Gobierno que reparase el desaguisado jurídico creado por la norma que ha promovido el Ministerio de Igualdad de Irene Montero.
Se trata de una ley orgánica y por tanto se necesitaba mayoría absoluta para poder retocarla e introducir los cambios que eviten los terribles efectos que ha creado. El PSOE no contaba con sus aliados de la mayoría que sostiene al Gobierno. Ni siquiera con el socio de la coalición, Unidas Podemos.
El Ejecutivo votó en sentido contrario. Los socialistas a favor, los podemitas en contra. Y no sólo ellos. Porque Yolanda Díaz y Alberto Garzón, ya en las filas de Sumar, también votaron contra la proposición de ley socialista.
Unidas Podemos sale muy perjudicada, porque, además, la inefable secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, ha reconocido, en contra de su discurso permanente de culpar a los jueces, que el Ministerio de Irene Montero conocía desde antes de aprobarse la ley un informe del departamento de Justicia que advertía de que habría rebajas de penas en el 2% de los casos. Se quedó corto, porque según el Consejo General del Poder Judicial ha provocado recortes de condena para un tercio de las solicitudes.
Pese a sacar adelante su reforma, el PSOE se comportó, una vez más, como en la fábula del escorpión y la rana. Nada más aprobarse la reforma se dedicó a atacar al PP, sin el que no hubiese podido enmendar el desastre creado. Se avergüenza de que le apoye el PP y considera un valor apoyarse constantemente en partidos como ERC o EH Bildu. Es su naturaleza, ya digo.
Pedro Sánchez, además, se ausentó de la votación para enfatizar en el mismo Parque Nacional de Doñana la campaña que tiene contra el PP andaluz y su presidente por la ley andaluza que permite regularizar suelos para regadío sin tocar acuífero alguno ni, por tanto, poner en riesgo la joya ambiental andaluza.
La moraleja, no obstante, no debería ser que el PP de Alberto Núñez Feijóo reniegue de haber prestado su apoyo para cegar la vía de alivio dada a los agresores sexuales. Al contrario, ha de reafirmarse en que es un partido útil para los españoles.
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