La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La 'mafia' consentida y conocida
El Tribunal Supremo sentencia que el resort Marina Isla Valdecañas (Cáceres) debe ser, no sólo parcial, sino completamente derribado. Envidio los entornos naturales y el éxito de los ecologistas que luchan por su conservación. Las ciudades no cuentan con este grado de protección ni con quienes luchen por su conservación con tanta determinación, éxito y buena prensa. Olvidando que la RAE considera equivalentes ecologista y conservacionista, defender los entornos naturales se considera el no va más de lo progresista enfrentándose a los depredadores intereses económicos y las insaciables hambres constructoras, mientras que hacer lo mismo con los entornos urbanos se considera cosa de nostálgicos y fachas (sobre todo si la destrucción se perpetra desde el PSOE) que se oponen al progreso.
Sevilla está llena de actuaciones tan brutales en lo que al patrimonio se refiere como la denunciada en el resort de Cáceres -y no me refiero solo a las perpetradas bajo la dictadura, sino a las que se han seguido perpetrando hasta las setas de la Encarnación, las conversiones de entornos urbanos en espacios duros o la gentrificación de los barrios históricos- sin que casi nadie haya protestado y por lo tanto sin que nada se haya podido hacer para evitarlo. Quienes lo han hecho han sido etiquetados de reaccionarios empeñados en patrimonializar la ciudad. Patrimonializar tiene un sentido negativo cuando se refiere a lo personal y positivo cuando lo hace a lo colectivo. La diferencia entre una y otra radica en que se le añada histórico. Sin este añadido es hacienda heredada o conjunto de bienes de una persona. Con él es conjunto de bienes de una nación acumulados a lo largo de los siglos que por su significado son objeto de protección especial. Y son las mismas administraciones que perpetran su destrucción o la consienten las que deciden qué merece o no esa protección. Con criterios tan laxos en lo que al patrimonio histórico (y no digamos el cotidiano) se refiere como estrictos cuando se trata del natural.
¿Qué se debería haber impedido que se construyera en Sevilla, no ya desde el inicio de la gran destrucción franquista, sino en democracia? ¿Qué se debería derribar? Ya sé que son cosas distintas… Pero quizás no tanto… Lo que se aprendió tras la destrucción del patrimonio natural (piénsese en las costas) no se aprendió tras la del histórico y cotidiano.
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