
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Vivan los toros en Canal Sur!
pisando área
DE aburridos, tanto llega a cansar el darle vueltas al debate del 4-4-2 como el de las comparaciones entre entrenadores. Y mientras, Marcelino, si es que le da por estar al tanto -que lo dudo- alucinará con lo que corre por estas aguas mientras se afana por convertir a los futbolistas del Sevilla en un equipo de fútbol. No es el primero que no mira para otro lado cuando lo comparan con otro, sí, pero esto sería más fácil si entre todos se logra que el pasado sea eso, pasado.
Es verdad que hablamos de un club que, el primero su presidente, le da a la historia un lugar preeminente cuando se trata de afrontar un nuevo proyecto. Y es verdad que pocos entrenadores en la historia del Sevilla han conquistado de forma tan brillante títulos y logros aunando fútbol bonito, ofensivo y eficaz. Ganar títulos en el Paseo de la Castellana no está al alcance de todos, ni decirle al Barcelona arrebatándole en sus propias narices uno que es más campeón entre los campeones. Con el mejor goleador de la historia del club en sus filas, hacía vibrar a los que acudían a Nervión y llevó al Sevilla desde la nada hasta codearse con los más grandes de España. Pero de eso ha llovido, han pasado los años y Marcelino, con otros mimbres, en otra época distinta, trata de construir un Sevilla que el tiempo dirá con quién debe compararse.
Lo otro, lo de entrenadores que han pasado a mejor vida como los mejores de la historia del club, ya es hora de olvidarse. Aunque queden varios títulos que dieron gloria al sevillismo, uno de ellos irrepetible y que para algunos computaría por varios, como la Liga ganada en el 46. Antes, la Copa del 35, un ascenso (el primero) la temporada anterior y otra Copa (en el 48) como mánager y en tándem con Caicedo. Pero el presente es Marcelino. Ramón Encinas ya está muerto y enterrado.
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