Ignacio Martínez

Empiezan los suicidios

Hoja de ruta

27 de octubre 2012 - 01:00

LA crisis ha subido esta semana un escalón dramático en España: la gente empieza a suicidarse. Ya lo hicieron antes en Grecia. En abril supimos que un farmacéutico jubilado de 77 años se pegó un tiro en la cabeza ante el Parlamento griego, en plena Plaza Sintagma. Se negaba a buscar comida en la basura. Tenía deudas y no quería dejarlas a sus hijos. Aquí, en Granada un quiosquero del barrio de La Chana se ha ahorcado cuando le iban a desahuciar de su piso hace pocos días. Otro hombre le ha intentado imitar tirándose por un balcón en Burjassot (Valencia). Pero es que en España hay 350.000 propietarios que han sido desalojados de sus casas desde que empezó la crisis. Y ahora llegamos a la fase de los suicidios por desesperación. Sin ánimo de señalar, la primavera árabe empezó con un suicidio.

El paro también ha subido un dramático escalón en España esta semana. Más de uno de cada tres trabajadores andaluces está parado. La cifra no para de subir. Tradicionalmente Andalucía ha estado ocho puntos por encima de la tasa española de desempleo. Hasta ahora. Eso también sube: ya hay diez puntos de diferencia. El grado de desesperación de la gente aumenta. Y aunque la indignación no alcanza la calle de momento, se alzan voces contra los desahucios. El Defensor del Pueblo andaluz ha pedido un cambio de legislación, porque considera la actual anacrónica e injusta. El partido del Gobierno responde que ellos ya han hecho una modificación de la norma y se lavan las manos.

El PSOE ha sufrido esta semana disgustos electorales y ha comenzado una catarsis: empieza a admitir errores del pasado. El primer golpe de pecho ha sido por la reforma constitucional promovida por Zapatero en el verano del año pasado para limitar el déficit. Griñán dijo ayer que fue en gran error porque ha beneficiado a los especuladores con la deuda española. El segundo arrepentimiento han sido los desahucios: su portavoz en el Congreso sostuvo ayer que fue un gran error no legislar cuando estaban en el Gobierno para evitar los desalojos. Ahora han presentado una proposición no de ley que obligaría a una mayor flexibilidad a cajas o bancos nacionalizados.

Una amiga empresaria, con sentido práctico, me señala que en realidad los bancos se quedan con unos pisos que no tienen salida en el mercado y se deterioran vacíos. Piensa que les rentaría más quedarse con los inquilinos a cambio de un alquiler simbólico, antes que echarlos a la calle. Al menos les mantendrían la casa. O que los bancos que reciben ayudas públicas tengan que computar una parte como ese alquiler. Cualquier idea sería mejor que esta realidad: 350.000 familias desahuciadas significa que la crisis ha echado de su casa a más de un millón de personas. Y vamos a peor, de escalón en escalón.

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