La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Elías Bendodo puede y debe aguantar en Madrid, plaza fuerte, máquina trituradora, fauces insaciables, selva, sabana y jardín asilvestrado. Quieren moverle la silla desde dentro. Se nota, se siente, el tembleque está presente. Nada nuevo bajo el sol de Génova. En su día se lo dijimos: la planta cuarta no es el sitio del coordinador general, porque el alto mando está en la séptima. Ocurre también que el organigrama de despachos y cargos no coincide después con el real. El dilecto Bendodo ha tenido algunos trompicones en Madrid desde el principio, ¿pero quién no ha resbalado con las cáscaras de plátano capitalinas? Hasta su paisano Cánovas del Castillo, el mejor político de la derecha española en centurias. Se trata de tener vocación de servicio público, aguantar más que la sábana de abajo... y ser discreto. Ay, muy discreto. En Madrid conviene hablar poco, no confesarse con nadie y desconfiar de todos. Bendodo solo se equivocaría de plano pidiendo el regreso al Palacio de San Telmo. Como diría Chiquito de la Calzada: “¿Cómooooor?”. Elías, Elías, un santo sin cofradía... ¡Si se ha ido Elías, se ha ido Juan Bravo, se ha echado para el lado la cara amable de la pandemia, Jesús Aguirre; y se han dado el piro otros estrechos colaboradores...! En Madrid hay que aguantar. Y lo mejor que le ha pasado a Bendodo en estos tiempos de incertidumbre es que la prensa capitalina le haya puesto los focos. Así es como se sobrelleva todo con más garantías. Seguro que el clan gallego lo respeta más ahora. La vida es cuestión de saber manejarse entre clanes. Nunca fue fácil para un político de provincias entrar en Madrid, donde, por otra parte, la mayoría... son de provincias. Ocurre como en Roma con los cardenales: todos iguales, pero unos son de la curia y otros proceden de diferentes diócesis del mundo. Por eso hay que aguantar, pedir despacho en la séptima aunque solo sea por el símbolo y hacerse valer como número tres del partido.
Nunca debe pedir el retorno al mundillo de los perfiles bajos, que es el Gobierno andaluz. Un político con aspiraciones no debe ir para atrás ni para coger impulso. El pasado andaluz se debe quedar en la vitrina, que aquí está ya Ramoncín de pocavoz (perdón, de portavoz), Sanz más callado que un canario de noche y todo es plano, planito, plano como corresponde a la galaxia donde solo brilla el astro sol. Quédese Bendodo en Madrid, suba de planta cuanto antes y aguante el tirón. Es urgente esperar, Elías. Que esta historia la hemos visto antes tantas veces... Y salga el sol por Antequera. Qué gran ciudad y qué gran parador, aunque es de los modernitos, no de los de Fraga, don Manuel. Madrid para crecer, Antequera para soñar.
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