Dignidad ofendida

¿Qué habría que haber hecho con Colombia, cuyo presidente Petro ofendió a toda la nación llamándola “esclavista”

23 de mayo 2024 - 01:00

Es pena grande que el Río de la Plata nos quede tan a trasmano y que nuestra famélica Armada no esté en condiciones de enviar a aquellos puertos unas cuantas cañoneras que hagan entrar en razón al bárbaro de la Pampa. Sería muy estimulante para nuestro patriotismo de partido ver levar anclas a la flota desde la Alameda de Cádiz, sus miradores a rebosar de gentes desocupadas y felices, como en todo paraíso socialista. La nave insignia, el Nuestra Señora la Begoña, enarbolaría el pendón caudal que su madrina, la virtuosa y ultrajada esposa, le habría entregado bajo la orgullosa y arrobada mirada del regidor de nuestros destinos, el hombre providencial que, cuando todos desesperábamos, supo aparecer tras las cortinas de la Historia con las manos llenas de votos.

Todo es posible ya en España, hasta la retirada de la embajadora en un país hermano por la alusión de su Presidente, en un mitin, a un caso que ocupa las portadas de la prensa día tras día y ha dado pie a ridículos episodios de sobreactuación sanchesca para estupor de cancillerías. Un presidente al que, previamente, Sánchez y sus bocazas de corps no han dejado de ningunear, insultar y ofender en cada ocasión que se ha ofrecido. Pero, si unas palabras de poco amable recuerdo hacia una señora hoy por hoy investigada por delitos gravísimos de corrupción e incompatibles con su condición de esposa del presidente del Gobierno, merecen esa respuesta que pone a España en puertas de una crisis que recuerda, entre otras, a la aún no resuelta con Argelia y a la recién creada con Israel, ¿qué habría que haber hecho con Colombia, cuyo presidente Petro, no en el calentón de un mitin sino ante el Senado español y en visita oficial, se permitió ofender a toda la nación llamándola “esclavista” y celebrando que su país, del que hay aquí casi 600.000 emigrados, se liberara “de su yugo”? Los senadores aplaudieron al narcoterrorista cuando tenía que haber salido abucheado y protegido por sus guardaespaldas. ¿Y qué hacer con el modélico presidente mexicano, el criollo López Obrador, continuo y pertinaz ofensor de España, de su Rey, de su obra americana, gracias a la cual alguien como él puede ser mandatario de aquel país? Las pataletas de Sánchez ya han mostrado a todo el mundo por dónde hay que atacarle para descomponer su cara de cemento. A partir de ahora, todas las bofetadas le lloverán por el mismo lado.

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