¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Capitanía y los “contenedores culturales”
TACHARÍAN a uno de ventajista, demagogo o directamente de hijo de la grandísima si utilizara el mismo argumento para poner el grito en el cielo por que destituyeran a Mendilibar que para llamar a las armas por un empate ahora en Cádiz motivado por dos frivolidades sacando el balón de atrás.
Cuando Diego Alonso casi no ha escrito su nombre en el encabezamiento de su primer examen ya habrá quien cargue la escopeta y lo cuestione todo. Conviene recordar que un entrenador de fútbol no dirige a su equipo en la banda con el mando de una Play, sino que tiene su verdad en el trabajo de lunes a viernes, cuando ni el aficionado ni el periodista lo pueden ver. El directivo lo ve, pero por lo general no lo entiende. Pese a ello decide.
El joystick del uruguayo no fue el que puso a regatear a Lukébakio cuando no debía ni a dar ese pase a Sergio Ramos. En caliente es lo que pareció, pero es precipitado, osado y atrevido hablar de un supuesto acercamiento al sampaolismo por dos meteduras de pata puntuales de dos jugadores. Esperemos al menos un mes, aunque cuidado con los mensajes porque la afición es muy sensible con estas cosas.
La etapa en la que a Joan Jordán –e incluso a Bono– le temblaban las piernas como a Colusso cada vez que veía venir un balón rasito de un compañero se acabó cuando Mendilibar llegó para simplificarlo todo y para llamar a las cosas por su nombre. Las “estructuras cuantitativas” volvieron a ser “más gente en el área” y ése fue el secreto del viejo zorro vasco, vincular con coherencia discurso, modelo y decisiones. Y a lo mejor por eso se lo llevaron por delante. A lo mejor no, seguro.
Si el aficionado, el periodista y el directivo oye demasiadas veces términos que no entiende vinculados a “la idea” creerá que el olor a colonia vuelve a tapar al del linimento, el Radio-salil y el césped recién cortado en el vestuario del Sevilla. Y eso sí será peligroso porque significará que el volantazo vuelve a poner al autobús en el carril contrario. Será cuestión de ganar partidos...
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