La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Estas últimas semanas hemos vuelto a asistir asombrados a un nuevo atentado a las estatuas de los colonizadores españoles en América, en este caso al conquistador y primer gobernador de Puerto Rico, Ponce de León, acusado por los descendientes de los indios taínos, como no podía ser de otra forma, de genocida, violador y un largo etcétera. Sin embargo, y aunque ya pocos les den uso, los libros y la historiografía demuestran que la vida de Ponce de León poco o nada tiene que ver con las acusaciones vertidas, siendo arquetipo y ejemplo del papel de los colonizadores en América, quienes para el hispanista Stanley Payne son "expresión de una cultura, una tenacidad y una resistencia que difícilmente tiene equivalencia en la historia".
Este hidalgo y hombre de pensamiento refinado y elevado en palabras del historiador Gonzalo Fernández de Oviedo, o ese típico andaluz, como le describe el especialista en historia naval de la universidad de Oxford, Samuel Eliot Morison, tras luchar en las guerras de Granada, marcharía a América conquistando la isla de Puerto Rico, y, tras casarse con una nativa de la isla Elena, se terminaría convirtiendo en el primer gobernador de la isla. Lejos de asentarse, tras una vida permanente de aventura, se lanzó a buscar la isla de Bímini, buscando la fuente de la eterna juventud, producto, quizás, de sus lecturas de las novelas clásicas sobre Alejando Magno, y que al igual que a este héroe también le costaría la vida.
Esta extraordinaria vida, muy parecida a la de muchos de los protagonistas de la aventura americana, explica cómo historiadores de la talla de Ranke han llegado a calificar al descubrimiento y colonización de América como uno de los hitos más grandes de la historia universal, que en palabras de Morales Padrón permitiría la absorción de América por Occidente, logrando "que la cultura latina, trasplantada de Roma a España y unida aquí a lo germano, cristiano, judío, árabe… conquistara un nuevo escenario de expansión al otro lado del mar".
Desgraciadamente, a pesar de la evidencias documentales, el nuevo revisionismo histórico ha conseguido, por la desidia gubernamental y su renuncia expresa a la lucha de ideas, imponer tesis indigenistas, que amparadas en leyes de memoria histórica, convierten opiniones en verdades, despreciando todo nuestro pasado.
Por ello y en vista de que España parece ser el único país de habla hispana que aún no ha sido recompensado, ni mucho menos recibido disculpas por los pueblos extranjeros que nos colonizaron, en virtud de la propia ley de memoria histórica, exigimos la devolución a España de todos los minerales robados por fenicios y griegos, el cambio de nombre de las calles Trajano y Adriano por la de los héroes nativos Indíbil y Mandonio, el derribo de la Giralda como símbolo de la imposición cultural de los almohades y la indemnización por parte de Francia a todos los descendientes de los represaliados por la guerra de la independencia y la devolución de los cuadros de Murillo que robaron.
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