La lluvia en Sevilla
Carmen Camacho
Multicapa
LOS pilares que hunden a Sevilla en un atraso absurdo son la Ignorancia, la Hipocresía y la Malicia. Retablo de veleidades donde se juega a defender hoy una cosa y mañana la contraria para acabar convirtiendo cada solución en un abanico de problemas. El resultado final es seguir de brazos cruzados. La espantá de La Caixa en las Atarazanas, el giro copernicano del alcalde Zoido y su equipo, que ahora son objetores de cualquier aspecto del proyecto que han aplaudido durante tres años (¿solo les gustaba porque era idea de una poderosa entidad financiera?), y la andanada de la Consejería de Cultura para denostar al PP hispalense auguran la enésima polémica estéril. Vayamos por partes.
No es lo que parece. En el imaginario colectivo, el debate sobre la ubicación de salas de exposiciones y dependencias anexas del Caixaforum tiene forma de arcos medievales o de altura de rascacielos. Pero no es cierto en ninguno de los dos casos. Se trataba de construirlas supliendo los almacenes militares que quedan de la edificación superpuesta a las Atarazanas cuando el lugar fue reconvertido como Maestranza de Artillería, y después como Centro de Reclutamiento. Y ahora se pretende ubicar el Caixaforum en uno de los dos edificios podio a la sombra de la Torre Pelli. Ambos de enorme extensión (uno tiene 296 metros de largo, y el otro 318 metros) y cuya estructura ya está a la vista de quien transite junto a Torretriana, el Edificio Expo o el Pabellón de la Navegación. Todos los comentarios que eluden referirse a los reales emplazamientos agravan la ceremonia de la confusión y el culto a la demagogia.
El chivo expiatorio. El arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra es el único, de todas las partes implicadas, que tiene perfecto conocimiento del patrimonio arquitectónico de Sevilla. Por actitud profesional y por interés personal, integra tradición y modernidad, pasado y presente. De modo sibilino, según la taimada tradición hispalense, se van a deslizar insinuaciones para que parezca un personaje intransigente y el responsable de que el proyecto haya encallado. Vázquez Consuegra tiene tan estudiadas las Atarazanas que dispone de todo el material elaborado para presentar el plan especial de protección del monumento. Incluir o no ese requisito es decisión política y administrativa. Cualquier arquitecto se atiene a lo que decida la autoridad, no tiene derecho de veto ni de imposición. ¿Creen que si La Caixa se aviene al requisito del plan especial, se iba a negar a ello el arquitecto, cuya ilusión por el proyecto es infinitamente superior al resto de negociadores?
Nadie lidera a nadie. El alcalde de la gran mayoría absoluta, 20 concejales, no está sabiendo liderar a la ciudad en este tema para unir fuerzas. Por su parte, La Caixa, al engullir a Cajasol, es de modo muy destacado la entidad financiera con mayoría de clientes en Sevilla. Han de creérselo en Barcelona. Pactaron la cesión del monumento con la Junta porque así se acrecentaba al liderazgo de su obra social y cultural, no en vano su fundación es la mejor de origen financiero en Europa. Ahora, por la dinámica de concentración bancaria, es liderazgo en Sevilla por partida doble. Con mentalidad de líder, y pensando a largo plazo, hubieran mantenido su inversión en Atarazanas, y hubieran prometido en la Cartuja un CosmoCaixa. Devolviendo así a Sevilla lo que dejó escapar hace 20 años: un Museo de la Ciencia.
No es la altura, es la eficacia. El complejo aún llamado Torre Pelli (rascacielos más edificios podio) genera controversia por lo menos importante: su tamaño. El encaje exprés del Caixaforum para aportarle contenido a una parte de su enorme oferta de metros cuadrados comerciales incide en la clave. Lo esencial de estos proyectos (igual que el Metropol Parasol) no es la estética. Lo crucial es si este tipo de inversiones resulta rentable o ruinoso. Si tenía sentido o era inviable.
La búsqueda de inversores. Si se consuma la devolución de las Atarazanas a su propietario, la Junta de Andalucía, parece que el Gobierno autonómico tendrá que afrontar en solitario la recuperación y apertura del monumento, donde se ha atorado durante 25 años. Retomo mi propuesta del pasado miércoles: Ofrezcan el proyecto de Vázquez Consuegra a las fundaciones y museos más relevantes y/o emergentes del arte mundial, para que instalen una sede en la capital andaluza. Pagada por el que asuma su gestión, no por los sufridos contribuyentes andaluces. No repitamos el carísimo modelo presupuestario de la Fundación Barenboim en Sevilla o del Museo Picasso Málaga.
También te puede interesar
Lo último