Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
DE POCO UN TODO
EL domingo fue el mundo al revés. Las portadas de los periódicos, contra lo acostumbrado, me consolaban de mi intimidad, que ha sido siempre mi cumplido consuelo. En la de nuestro Diario se recogía que los andaluces rechazan la nueva ley del aborto. ¿Será posible que los políticos aprueben una ley que el pueblo soberano repudia? La pregunta es retórica: es posible, pero la responsabilidad ya no cae en una mayoría silenciosa y, por tanto, aquiescente, sino en unos políticos empeñados no se sabe por qué demonios.
La segunda portada del domingo fue la del Abc: una foto de Juan Ramón Jiménez. Se ha encontrado en Puerto Rico un poema manuscrito suyo. Que los poetas salten a la primera plana de los periódicos, y no por un premio o una defunción, sino por un poema, oh, es una noticia excelente.
Como contra el aborto he hablado mucho, y hablaré más, y como la poesía son palabras para cuando no hay palabras, centrémonos en el poema. Según Rosa Bejarano y Joaquín Llansó, autores del hallazgo y de la edición crítica de Dios deseado y deseante, estaba destinado a cerrar la obra de JRJ.
Dice así: "Partimos de Dios/ en busca de Dios,/ sin saber qué buscamos.// El dios con minúscula,/ el dios bajo cielo,/ el cielo que es mar,/ sobre aire que es cielo,/ ¡entre aire y marcielo,/ y que es pleamar, y que es pleacielo!// El dios deseante,/ el dios deseado,/ -¡el dios deseado y deseante!-/ me trae este Dios,/ un dios Dios tan DIOS/ ¡un dios: DIOS, DIOS, DIOS!/ … que al cabo de todos los cabos,/ que al borde de todos los bordes/ un día encontramos.// Cada vez más suelto, y más desasido;/ cada vez más libre, más ¡y más! ¡y más!/ a una libertad de puertas de Dios./ Y entonces una puerta se abre… y ¡más libertad!// Estoy pasando la cuerda,/ la cuerda que Tú me has tendido,/ Dios mío, mi dios, ¡Dios mío!/ ¡Dios mío, no soples, Dios!// Siento la inminencia del dios Dios,/ del Dios con mayúscula,/ -el que nos enseñaron cuando niños/ y no aprendimos-./ ¡Dios se me cierne en apretura de aire!// Se me está viniendo Dios/ en inminencia de alma!/ ¡Se me está acercando Dios/ en inminencia de amor!/ ¡Se me está llegando Dios/ en inminencia de Dios!"
Me encantaría comentar el poema, pero no hace falta. Incluso con sus balbuceos místicos, es cristalino. Al poeta, que tanto había hablado de dios, hasta la mayúscula inicial se le queda pequeña y pone todo el nombre de Dios, de la D a la S, en letras capitales, y trino. Juan Ramón hizo el camino de la inmanencia a la inminencia de Dios y además volvió -sueño de todo poeta- a su niñez, al Dios que entonces le enseñaron. Buena manera de cerrar una obra y una vida.
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