La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lluvia en Sevilla merece la fundación de una academia seria
El curso político se reanuda en Andalucía con nueva temporada del culebrón electoral. Los políticos hacen declaraciones, los periodistas examinamos la sinceridad de sus propósitos y a los ciudadanos les importa poco cuándo serán las autonómicas. Juan Marín ha dicho que nadie entendería que fuesen tan idiotas de convocar elecciones cuando Andalucía está estupenda, convertida en una potencia económica.
Ya antes de irse de vacaciones el vicepresidente idealizó un sorpasso económico a Cataluña. El actual Gobierno andaluz copia a los anteriores del PSOE sus defectos. Según las cuentas del presidente Chaves, Andalucía debería estar entre los 20 regiones más desarrolladas de Europa y no en el furgón de cola de las 283 unidades territoriales estadísticas de la UE. Seguimos presumiendo desde una de las autonomías con menor PIB per cápita de España y una de las regiones con más paro del continente. En junio, en este diario, el profesor Aurioles lo veía al revés que los propagandistas de la Junta: para él, el aumento de autónomos en Andalucía era reflejo de deficiencias estructurales de la economía regional, como déficit de productividad e inestabilidad laboral.
En todo caso, el culebrón sigue en antena; en Canal Sur, la cuota gubernamental incluso supera la de épocas socialistas, lo que supone un récord olímpico. Y el PP se frota las manos con el botín que ha conseguido de su alianza con Ciudadanos. Las últimas encuestas dicen que se quedará con la mayor parte de los votos liberales y dan poca cosa a Cs. Desde luego sería de idiotas que el partido de Marín pidiese elecciones. No las quiere ver ni siquiera internas, por eso pretende que le proclamen candidato sin mediar primarias, como ya hicieron con Carrizosa en Cataluña o Bal en Madrid.
La campaña ha empezado crudamente con el mitin del presidente del Gobierno en Jaén el pasado fin de semana. Vino Sánchez con el mono de faena y la camiseta del PSOE a sacudirle al presidente andaluz por no haberse gastado unas transferencias de ayuda a empresas. Eso sí, eludió mencionar el déficit de financiación autonómica de 4.000 millones anuales. Si la batalla sin cuartel entre socialistas y populares ya es penosa en el día a día, con gran deterioro de las instituciones, en campaña resulta insoportable. Y si la campaña andaluza se prolonga seis o siete meses hasta la probable convocatoria en primavera, peor aún. Los guionistas tendrán que estirar las situaciones y exagerar los lances. Es lo que tienen los culebrones.
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